El aroma de la corrupción: Grandeza y Decadencia de César Birotteau, de Honoré de Balzac.

Fábrica de perfumes en Francia, siglo XIX. www.carrementbelle.com
Así nació el capitalismo moderno, entre empresarios innovadores y honrados, pero también entre especuladores, rentistas y corruptos.

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GRANDEZA Y DECADENCIA DE CÉSAR BIROTTEAU. Honoré de Balzac. En La Comedia Humana, vol. IX. Colección Málaga. México, 1962 (1837). 256 pp.

Por medio de la figura de César Birotteau, primero cómica y luego trágica, Balzac presenta un retrato detallado y profundo, no exento de una sutil ironía, del mundo de los negocios en los años de la Restauración, cuando Luis XVIII llega al trono tras la derrota final de Napoleón. Del muy parisino negocio de la perfumería, a la escandalosa especulación inmobiliaria y financiera, al mundo de los notarios y los abogados, somos testigos de la voracidad corrupta de la nueva clase rentista de Francia, depredadora de los auténticos empresarios como César. En efecto, desaparecido el concepto de “nobleza” como algo más que un adorno vendible a los nuevos ricos, la única marca de estatus es el dinero, obtenido de cualquier manera.

Honoré de Balzac (1799-1850). www.newyorker.com

César tiene todo para ser feliz: a sus 39 años, es dueño de la perfumería más acreditada de París, en la Rue St. Honoré. Es alcalde adjunto del 2° distrito, ha sido juez en el tribunal de Comercio, y pronto será caballero de la Legión de Honor. Tiene una esposa trabajadora, prudente y cariñosa, y una hija adolescente, despierta, hermosa y responsable. Pero el gusanito de la política y la especulación pondrá todo eso en riesgo, pues en el fondo César es un ingenuo, un hombre que cree que ser exitoso inventando y vendiendo cosméticos lo faculta para codearse con los tiburones de esos otros ámbitos. César es un self-made man puro: llegado de provincia a los catorce años, se emplea en la Casa Ragon, donde asciende desde ínfimo criado a socio y luego propietario de la exitosa perfumería y fábrica-tienda de cosméticos. Se ha hecho rico y famoso como inventor de la “Pasta de los Sultanes” y el “Agua Carminativa”, exitazos, y ahora planea un ungüento que detiene la caída del pelo.

«Rue St. Honoré». Camille Pissarro, 1897. www.museothyssen.org

La novela comienza con un sueño de Constance, su esposa, en el que se ve como mendiga pidiendo limosna en su propia casa. Asustada, conmina a César a casar a Cesarinne, su hija, vender el negocio y retirarse a su pueblo como hacendado. Pero César, muy por el contrario, planea dar un gran baile, comprar la casa de al lado y peor aún, entrar en una especulación inmobiliaria con el notario de los Ragon, Roguin, y otros compinches. Constance le advierte que lo van a engañar, pero él se impone. César vive en ese mundo empresarial dominado por las virtudes mediocres de la burguesía: simplicidad intelectual, lugares comunes, falsa modestia.

El gran baile y la remodelación de la casa ampliada marcan su apogeo y el comienzo de su decadencia: “Ojalá esta historia sea el poema de esas vicisitudes burguesas de las que ninguna vez se ha ocupado por haber parecido desprovistas de grandeza”. En efecto, la operación inmobiliaria es un gigantesco fraude, detrás del cual está un personaje casi ubicuo en Balzac: Fernand Du Tillet, antiguo empleado de los Birotteau, despedido por ladrón y por tratar de seducir a Constance. Du Tillet es otro self-made man, pero no por la vía del trabajo, sino de la corrupción. Resentido con César y ahora muy rico como banquero, él es el cerebro oculto de la trama. Como contrapeso está Anselme Popinot, sobrino de la Sra. Ragon, enamorado de Cesarinne y ahora socio del negocio.

Anuncio de perfumería, París, siglo XIX. www.avenues.ca

Roguin, el notario, es el villano visible. Viejo calavera, está encaprichado con “la bella holandesa”, una cortesana exigente, sobrina del usurero Gobseck (quien tiene su propia novela en el canon balzaciano). Casi quebrado por ella, ahora intenta salvarse con el fraude inmobiliario. Su cómplice es Claparon, un abyecto prestanombres. Otros personajes importantes son Molineux, un rentista avaro y taimado; el tío Pillerault, ferretero honrado y pulcro; y la señora Madou, comerciante en nueces y avellanas, analfabeta, ruda y honrada.

En 1819, César está quebrado y enfermo. Roguin ha desaparecido con el dinero, dejando a César con deudas impagables. Indigente, el pobre hombre peregrina de una oficina a otra, juguete de los banqueros inescrupulosos, prestamistas abusivos y parlamentarios corruptos. Mientras tanto, Popinot y sus socios Gaudissart (otro con novela propia) y Finot desarrollan el ungüento capilar, inventando de paso la mercadotecnia moderna, los anuncios en periódicos y novedosas estrategias de ventas. El proceso de degradación, rescate y rehabilitación de los Birotteau es una saga tragicómica, punteada por personajes despreciables o admirables, un verdadero paseo por las entrañas del mundo empresarial moderno en su penoso proceso de gestación, con todas sus escasas virtudes y sus muchos defectos. La épica burguesa por excelencia de Balzac.

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