LA EDUCACIÓN SENTIMENTAL. Gustave Flaubert. Lectorum. México, 2004 (1869). 416 pp.
A veces ubicado por la crítica por debajo de Madame Bovary, este libro es, por lo menos, igual de importante. Si aquél es la crítica de la vida en provincia, éste es un fresco despiadado de la vida en París entre las décadas de 1840 y 1850. Fréderic Moreau, joven acomodado, ha terminado sus estudios en Sens y decide instalarse en París a buscar fortuna y, sobre todo, el amor. En un viaje a su pueblo de Nogent-sur-Seine, Fréderic conoce al editor y comerciante en arte Jacques Arnoux. Al instante queda totalmente enamorado de su esposa, Marie. Esta pasión consumirá, literalmente, su vida. Fréderic regresa a París y se decide a conquistar a Madame Arnoux y ser su amante. Para ello conquista la amistad de Monsieur Arnoux y se hace íntimo de su círculo. Incluso se hace amante de Rosanette, la querida de Arnoux, una mujer disoluta pero simpática a quien conoce en un fiestón en su casa.
Lo que sigue es precisamente la educación sentimental de Fréderic, una serie de triunfos, fracasos y oportunidades perdidas, así como un enorme panorama del París de esos años y de la Revolución de 1848 y sus turbulentas secuelas, en las que se ven envueltos los amigos y conocidos de Fréderic. En un momento de fracaso y depresión, Fréderic regresa a Nogent, donde se convierte en el amor de su pequeña vecina Louise Roque, y donde se entera de que ha recibido la herencia de un tío, tras pensar que estaba arruinado. Regresa a París y se introduce en el gran mundo, gracias a su amistad con los Dombreuse. Terminará siendo amante de la señora Dombreuse. Mientras tanto, tras una desilusión con la señora Arnoux, se hace amante de tiempo completo de Rosanette, con quien tiene un hijo que muere. En el trasfondo, las turbulencias políticas los afectan a todos menos a él. Y en su propio trasfondo, la pasión por Marie Arnoux se convierte en el hilo conductor de su vida. Encuentros y, sobre todo, desencuentros, marcan esa relación siempre embrionaria y frustrada. Finalmente, la vida será lo que tiene que ser, en función de las decisiones de cada personaje.
La educación sentimental es una obra prácticamente perfecta. La economía de palabras y recursos no está reñida, por momentos, con la calidad poética de la prosa. Pero no es una obra romántica: al contrario, es un manifiesto contra el Romanticismo, una lucha contra él. Flaubert no se pierde en verborreas, va siempre al grano y en las primeras cien páginas despacha cinco años. En las últimas, algo así como quince. Es la historia de una, o más bien de muchas desilusiones. Es cruel, fría y apasionada al mismo tiempo. El desarrollo de personajes, y la abundancia de los mismos, es impresionante. Como en los grandes maestros, aun los personajes poco importantes tienen personalidad propia. El más desconcertante es el propio Fréderic, una especie de testigo permanente y pasivo de su historia y de su mundo. Los artefactos, los ropajes y, en particular, un cofrecillo de plata, cobran una importancia simbólica pero absoluta. Flaubert retrata la corrupción, la frivolidad, la traición, el adulterio, la falsedad y la codicia de nobles, burgueses y proletarios por igual. Nadie se salva, ni siquiera el lector, en esta obra cuyo final es terrible y no, pero ciertamente conmovedor. El lector sale de esta obra maestra con el corazón estrujado y con más sabiduría sobre el mundo.
3 respuestas
En estos tiempos hablamos de inteligencia emocional como si fuera un invento reciente. Pero a juzgar por esta reseña, es una cualidad necesaria para el hombre moderno urbano. Lo curioso es que antes como hoy, parece que la única forma de medirla es por el resultado neto a lo largo de la vida.
Gran reseña, Memo. Lo voy a leer.
Tu artículo hace que me lance a conseguir el libro en este mismo instante. Muchísimas gracias Guillermo y felicidades.