BYRON: LIFE AND LEGEND. Fiona Mac Carthy. John Murray. London, 2002. 821 pp.
Si bien todo ser humano es un ente complejo, no es raro que en los genios esa complejidad sea llevada al extremo – para no hablar de sicópatas u otros casos aberrantes. En algunos casos, además, a la complejidad se aúnan vidas extremadamente coloridas y agitadas, que se vuelven legendarias al grado de opacar la obra. Leyendo a Byron, es claro que se trata de una pena, pues la obra es valiosa por sí misma: esperaba encontrarme con un poeta atractivo, pero superado, y no es así, pues sus poemas son absolutamente vigentes y legibles, de una calidad extraordinaria. Sin embargo, como en el caso, por lo demás muy diferente, de Proust, esa obra está inextricablemente ligada a sus andanzas físicas y emocionales, y por ello es recomendable leer su biografía para entender mejor la obra. Esta es una, de las muchas, que relatan esa vida, pero particularmente detallada. Byron es un personaje que lleva al extremo las contradicciones: egoísta y generoso, distante e irresponsable a la vez que afectuoso y comprometido; repelente y entrañable, loco y sensato. La sombra titular de su vida es Napoleón, inspirador e irritante y motivo de que Byron, a diferencia de los otros románticos ingleses, haya participado activamente en los acontecimientos políticos de su tiempo. La tormentosa herencia familiar, su deformidad en un pie, y su bisexualidad, forman el substrato de su vida emocional.
Nacido el 22 de enero de 1788, George Gordon Byron fue hijo único y sin padre. Sus primeros años pasaron en Escocia, en relativa pobreza, hasta que en 1798 heredó el título de VI Lord Byron, junto con Newstead, gigantesca propiedad en Nottinghamshire, hipotecada y en ruinas, que George mitificaría en su obra. Desde niño sufrió abuso sexual, primero de su nana calvinista (y de ahí su horror por la religión) y luego del inquilino de Newstead. Era un niño gordo y lisiado, condiciones que superó emocionalmente con dietas y proezas deportivas y sexuales.
Se educó en Harrow y Cambridge, donde hizo amigos leales de por vida; publicó por primera vez en 1807 y vivió una vida de desenfreno total. Entre 1809 y 1811 viajó por el Mediterráneo; en Grecia y Constantinopla (ya Estambul) tuvo una gran cantidad de romances, sobre todo homosexuales con menores, que luego le costarían muy caro, pues fue indiscreto. Se enamoró de Grecia y su lucha contra la ocupación otomana, y propagó el romance con Oriente del arte europeo del siglo XIX.
De vuelta en Londres conoció el éxito con Childe Harold y los cuatro poemas narrativos de tema oriental. Vivió como rockstar: alcohol y fiesta, depresión y fantasías suicidas, ventas espectaculares y deudas, romances de sociedad con Lady Melbourne, Lady Oxford, y además peligrosos, como el de Caroline Lamb, que tanto daño le hizo. Su lema era: “El gran objeto de la vida es la Sensación” y lo llevó al extremo con un romance púbico con Augusta Leigh, su media hermana, casada y cinco años mayor.
En 1815 se casó con la conservadora Annabella Milbanke: fue un desastre total que produjo el nacimiento de Ada Augusta, un divorcio de escándalo y la necesidad de autoexiliarse. En 1816 dejó Inglaterra para no volver. Ya toda una celebridad, su estancia en Ginebra se hizo legendaria, pues pasó meses en compañía de Percy y Mary Shelley, más John Polidori y la hermanastra de Mary, Claire Clairmont, embarazada de Allegra, hija de Byron que moriría a los cinco años, abandonada en un convento, el episodio más reprobable en la vida del poeta. Esa estancia vio la mítica noche en que nacieron Frankenstein y El Vampiro.
Los años en Italia, como después de los de Grecia, son también legendarios. La vida desenfrenada y decadente en Venecia, en Palazzo Mocenigo con catorce sirvientes, animales (perros, lobos, monos, aves y demás) y amantes que iban desde duquesas hasta prostitutas callejeras. Y, en medio de todo eso, una profusión de poemas geniales, autorreferenciales y universales a la vez, que llegarían a la cima con su obra maestra, Don Juan.
En Ravena se enredó con la joven Teresa Gamba, condesa Guiccioli por su matrimonio con un hombre mucho mayor, y con su familia de carbonari, guerrilleros independentistas anti-austríacos. En Pisa, con Teresa, se reencontró con los Shelley; el 8 de julio de 1822 se ahogó Shelley en otro hito del Romanticismo. En Génova se volvió a transformar, y en 1823 llegó a Cefalonia para sumarse a la guerra de independencia de Grecia a cuyo servicio moriría en Missolonghi, el 19 de abril de 1824.
Su influjo fue largo y poderoso; su poesía del primer nivel, y su vida la gran leyenda del Romanticismo. Esta excelente biografía abunda tanto en las claves vitales como en las literarias de este genio cuya estirpe parece haberse extinguido, o en todo caso reencarnado en espíritus menores y pusilánimes.
4 respuestas
What a great subject for a biography, a life beyond my previous imaginings, in the hands of a revelatory biographer. Her treatment of the artist Eric Gill sets the bar for unflinching portrayal. Thanks!
Muy buena síntesis del libro de Byron, Guillermo.
Excelente síntesis del libro de la vida de Byron. Qué personaje tan audaz y brillante. Saludos, Guillermo
Excelente semblanza de un autor tan audaz como brillante,Guillermo. Saludos