PATRICK MELROSE: THE NOVELS. Edward St. Aubyn. Picador, 2018 (1992-2012). 689 pp.
Aunque cada una de estas cinco novelas tiene su propio estilo y temas distintivos, juntas conforman una misma narración semiautobiográfica que relata el traumático arco vital del protagonista, desde su infancia temprana hasta los cuarenta y cinco años. Su vida está marcada indeleblemente por el abuso sexual al que lo sometió su padre entre los cinco y los ocho años, y su posterior historia de abuso de alcohol y drogas, así como sus dificultades para establecer relaciones emocionales y sexuales sanas.
La primera novela, Never Mind (1992) se desarrolla en la casa campestre de sus padres en Lacoste, cerca de la Costa Azul francesa. Ya la primera escena nos presenta al padre, David, se sesenta años, ahogando a unas hormigas con placer sádico. Patrick tiene cinco años, es hijo único, solitario y triste. La madre es una millonaria norteamericana, alcohólica como el marido, sometida a los abusos físicos y emocionales de David (Patrick es producto de una violación marital), un médico fracasado, arrogante y despectivo, verdadero monstruo sin cualidad alguna que lo redima. Como en una pieza teatral, el relato presenta en este primer acto a los protagonistas, que reaparecerán en las novelas siguientes. Además de los Melrose, están Victor Eisen, un filósofo judío y trepador social, y su mucho más joven esposa Anne, periodista norteamericana un tanto decepcionada de su marido; y la pareja de Nicholas y Bridget. Nicholas es un aristócrata inglés disoluto y clasista, con varios matrimonios a cuestas, Bridget es una joven de veinte años, drogadicta, que desea atrapar al cuarentón rico. La primera pareja vive cerca; la segunda llega a Londres para pasar unos días con los Melrose. Toda esta introducción se encamina al punto focal del relato, una cena en la mansión esa noche. Antes, al mediodía, David viola a su hijo por primera vez. Hay que destaca que el autor (que sufrió tal experiencia) logra describir la escena de manera que, sin ser demasiado gráfica, transmite el horror, la perplejidad y la humillación.
Como si supieran lo que está ocurriendo, Victor y Anne conversan en su casa sobre Calígula. Victor expresa la noción (equívoca) sobre las consecuencias del abuso: “…es casi inevitable, para quienes han ido aterrorizados, convertirse en aterrorizantes en cuanto tienen la oportunidad… la compulsión a repetir lo que se ha experimentado es como la gravedad, y se requiere un equipamiento especial para liberarse de ella”. Por supuesto, la cena es un fracaso: tanto Anne como Bridget sienten repulsión por David; la primera ve al niño sentado en la escalera y pidiendo ver a su madre. Cuando David se lo prohíbe a Eleanor, Anne no soporta más y se van. Anne sentirá en adelante remordimientos por haber “abandonado” al chico, así como asco también por el adulador Nicholas: “…es sólo uno de esos ingleses que están siempre diciendo cosas tontas para sonar menos presuntuosos, y cosas presuntuosas para sonar menos tontos”. Además del abuso, ya está presente aquí otro tema de la serie: el odio de St. Aubyn por las clases altas inglesas.
Bad News (1992) retoma al personaje diecisiete años después, en 1982, y se desarrolla en Nueva York. Patrick ha ido a recoger las cenizas de su padre. Toda la novela es una larga secuencia de excesos con las drogas, con las descripciones más terroríficas que he leído sobre los efectos de una adicción extrema: sensaciones, pensamientos, excitación y remordimiento, la mezcla de lucidez y confusión, la degradación total. “Lo que otras personas sienten acerca del amor, él lo sentía respecto a la heroína, y lo que otras personas piensan de la heroína, él lo pensaba sobre el amor: que es una pérdida de tiempo peligrosa e incomprensible”. Es realmente un relato pesadillesco, y literariamente entre lo más logrado de la serie, todo un tour de force en su despliegue de lo que significa ser un adicto total.
Some Hope (1994) se desarrolla en 1990 y se enfoca en una fiesta suntuosa de aristócratas en Gloucestershire. Patrick ha logrado dejar las drogas después de varios años en clínicas, al igual que su íntimo amigo Johnny Hall. Ellos y otros muchos personajes, viejos y nuevos, se preparan para ir a la fiesta en el campo. La anfitriona es Bridget y la fiesta es para su esposo, el millonario Sony, cuya infidelidad descubre en el curso del festejo. Básicamente es un ataque salvaje, pero con mucho humor, contra esa clase alta frívola y estúpida. Antes, durante un almuerzo en su hotel, Patrick está al borde del colapso emocional y, sobre todo, identitario: “Quizás la identidad no sea un edificio para el cual uno tiene que encontrar cimientos, sino una serie de personificaciones unidas por una inteligencia central, una inteligencia que conoce la historia de esas personificaciones y elimina la distinción entre acción y actuación… el significado de la vida es cualquiera que uno pueda forzar dentro de su renuente garganta”. Acto seguido, confiesa a Johnny la historia del abuso sexual, y quizá con eso se abra una puerta a la sanación. Johnny le habla sobre la posibilidad del perdón, que a Patrick le suena a complicidad con el agresor, y usa el ejemplo de Cristo: “Presumiblemente, aquellos que disfrutan siendo crueles apenas pudieron creer su gran suerte, y se pusieron a popularizar la noción de que las víctimas sólo pueden alcanzar la paz si los perdonan”. Cuando Johnny le pregunta cómo sería posible, entonces, liberarse, Patrick responde: “Le estoy apostando a la fatiga narrativa”. La fiesta es un desastre; escuchando a los aristócratas, Johnny comenta: “Ellos son los últimos marxistas, los últimos en creer que la clase social lo explica todo”.
Mother’s Milk (2005) se desarrolla en cuatro veranos, del 2000 al 2003, en Lacoste y, el último, en Nueva York. En esta novela la prosa se vuelve más rica, más profunda, elaborada y filosófica, y está narrada en parte desde la voz de Robert, de cinco años, hijo de Patrick y su esposa, Mary, que acaba de dar a luz a Thomas. Tiene tres hilos conductores: la desintegración del matrimonio, la experiencia de la paternidad y la maternidad, y el egoísmo de Eleanor, que deshereda a Patrick en favor de un charlatán al que deja la casa de Lacoste para que establezca una fraudulenta escuela de espiritualidad “transpersonal”. Es una maravillosa descripción de las crisis de la mediana edad y las confusiones de la culpa y la redención.
At Last (2012) se desarrolla en Londres en 2005, y se enfoca en el funeral de Eleanor. Retoma el humor, prepara la salida y, quizás, abre una puerta a la verdadera redención, a la curación por la aceptación de la vida y el amor auténtico que, también quizás, exista. Es un cierre bello y esperanzador, pero no iluso, de una historia traumática, pero desarrollada con empatía, valor y pericia narrativa.
2 respuestas
Como siempre, estupenda reseña
Si con la reseña termina uno sin aliento ante el tour de force, ya me imagino la lectura. Gracias por el descubrimiento