El poeta de la paz: Ask Me, de William Stafford.

Bisontes en la reserva natural de Tallgrass Prairie, Kansas. www.usatoday.com
En las antípodas de la ideología predominane en Estados Unidos hoy, Stafford se erige como vocero de otra forma de ver el mundo, una más amable y amplia, más reflexiva y solidaria.

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ASK ME. William Stafford. Graywolf Press. Minneapolis, 2014 (1960-1993). Edición de Kim Stafford. 141 pp.

Stafford, de quien esta edición compila “100 poemas esenciales”, es el poeta de la paz, del entendimiento como forma indispensable de la convivencia. Lejos de ser un ingenuo o un ermitaño, fue un hombre comprometido con el pacifismo y las luchas cívicas de su tiempo; durante la Segunda Guerra Mundial fue objetor de conciencia y prestó servicio como guardabosques; dio lecturas de poesía en muchos países. Rechazaba la rebelión por la rebelión misma: “Tu tarea es descifrar lo que el mundo pretende ser”. Sin embargo, en “Passing remark” confiesa: “En la vida, prefiero que no ocurra mucho”.  Su obra enfatiza el contraste entre la sensación de pertenencia y la de alienación. Una de sus principales influencias es Thomas Hardy, con excepción de la mordaz ironía del inglés. Sus poemas son breves y en tono menor, no estridentes, poesía de lo rural y lo contemplativo. El poema que da título al libro termina: “Lo que el río diga, eso es lo que yo digo”, y “The way it is” comienza: “Hay una línea que seguir. Atraviesa cosas que cambian. Pero ella no cambia”.  

William Stafford (1914-1993). www.neh.gov

Uno de sus poemas más celebrados, “Traveling through the dark”, relata su encuentro con una cierva muerta y embarazada, el doloroso espectáculo de la muerte violenta que impide el nacimiento de una nueva vida. El provocador título “Mein Kampf” afirma: “Los antiguos errores regresan: ninguna vida ocurre sólo una vez. Lo que perturba, aunque sea el margen de tu vida, permanece”. La meditación (“mindfulness”) y la sabiduría Zen, hoy tan de moda, están presentes como vías a la serenidad en un mundo hostil. Hay poemas de amor bellísimos, como “Our story”, y otro que exalta una vez más la paz, sobre los lugares que contienen monumentos inexistentes, pues nada ha pasado allí; donde lo único heroico es el cielo, donde el soldado desconocido no murió.  

Hembra de venado. www.worlddeer.org

“At the bomb testing site”, otro de los más famosos, describe a una lagartija que, tensa, con los codos doblados, mira más allá de la historia, aferrándose al desierto. Hay aquí un milagroso desplazamiento del punto de vista: el poeta se encarna en el reptil, como el mudo, insignificante, pero muy real testigo de la destrucción. “Listening” comienza:

Mi padre podía oír el tenue paso de un animal

O a una polilla en la oscuridad contra la pantalla,

Y cada sonido lejano convocaba la escucha

Hacia lugares donde el resto de nosotros nunca ha estado.

“Prairie town” es un homenaje a su perdido pueblo natal, Hutchinson, Kansas. Y en “Ceremony” una rata almizclera le muerde el dedo: el poeta celebra que, ahora, su sangre fluirá hacia el mar, llevada por el río, tocando raíces y piedras, en una comunión con el mundo. En vena similar, “Looking for gold” comienza:

El sabor de la miel silvestre se despierta

Cuando cruzas el río. En un banco de arena

El sol estira sus miembros.

Rata almizclera. Wikipedia.

Cuando era niño, Stafford describía su día en una pared; en “Keeping a journal” relata cómo la palabra escrita “…se convertía en el lugar en el que todo se reconocía a sí mismo y se transformaba en significado”.

Un poeta para releer, para encontrar un consuelo que no es el de los manuales fáciles y trillados, impostados y mercenarios, sino el de la auténtica sabiduría, convertida en poesía de alas sutiles, pero que alcanzan gran altura.

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Comentarios del artículo

2 respuestas

  1. Gracias Guillermo. Como siempre. No lo conocía y me has despertado el apetito de escuchar una voz estaba en estos tiempos convulsos.
    Voy por algo de el. Si tienes preferencia me encantará saber. Si no pues a descubrirlo como de descubre la tierra y el campo.

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