EL PODER Y LA GLORIA. Graham Greene. Edhasa. Barcelona, 2001 (1940). 345 pp.
Esta es una de las mejores obras de Greene. Cuenta la historia de un sacerdote sin nombre, en el Tabasco jacobino de las décadas de 1920-1930. Las autoridades fascistas han prohibido totalmente la religión católica. Los “camisas rojas” vagan por selvas y pantanos, obligando a los curas a casarse o a morir fusilados. Sólo queda un cura en Tabasco: un hombre solitario y asustado que huye constantemente, no sólo de los soldados, sino de sí mismo y del propio Dios. El cura alcohólico tiene una hija pequeña, a la que adora fervientemente a pesar del desprecio de la propia niña. Se trata de un hombre atormentado por la culpa y el remordimiento que, a pesar de estar lleno de dudas sobre su religión, su Dios y su Iglesia, no puede nunca rehusarse a prestar sus servicios como sacerdote: bautizar, casar, dar la extremaunción, santificar los funerales. El cura es un hombre proscrito, condenado, que huye sin cesar con la vana esperanza de cruzar las montañas y salvarse del otro lado. En su eterna huida de bestia acorralada, el cura visita a su hija, es protegido por una misteriosa niña inglesa, pasa un tiempo en la cárcel, se acobarda ante la policía, es estafado por unos truhanes, es acompañado por un pobre diablo que espera entregarlo a cambio de una recompensa, encuentra a un niño muerto y viaja con la madre india, se refugia con unos alemanes protestantes, y finalmente encuentra su destino.
Greene “no cede al chantaje”, no da concesiones, ni interfiere ni sermonea: narra. Narra con un estilo limpio, seco, autocontenido. Describe sin piedad la hostilidad del medio ambiente, los pantanos y las selvas desprovistas del romanticismo con el que se ven desde la ciudad. Describe la ciega e idiota persecución de fanáticos religiosos por fanáticos totalitaristas. Proyecta las sombras de la duda sobre el significado posible del cristianismo en una tierra de soledad, miseria, ignorancia y violencia. Pone en tela de juicio los dogmas y los ritos, pero al mismo tiempo refuerza el mensaje central a través de pequeños actos reales de caridad y amor: el refugio que le da la niña inglesa, la hospitalidad de los alemanes, en contraste con la fría brutalidad de los policías, la traidora conducta del Judas de la novela, el indio chimuelo que lo alaba mientras trata de entregarlo, y otras formas de inhumanidad.
El relato, pletórico de simbolismos cristianos, se contrapuntea periódicamente con el retrato del padre José, el cura que sí se acobardó y aceptó casarse con una mujer que odia, el cura que transó y se vendió, y que le niega hospedaje a nuestro cura cuando éste lo necesita. El otro contrapunto es el de la madre provinciana que les lee incesantemente a sus hijos las “vidas de santos” difundidas – y manipuladas – por la Iglesia más rancia. Las vidas manicuradas de los santos ficticios contrastan brutalmente con la fría persecución, pasión y muerte de un santo real, de un mártir de su humanidad.
Esta novela reúne las mejores cualidades de Greene, y en realidad de la literatura: personajes tridimensionales, reales; el escenario físico creíble; la trama de huida y locura; los motivos de los humanos y sus dilemas; y la reflexión cósmica sobre lo que significa ser humano.
2 respuestas
En este ecosistema, pero en su forma posterior, donde parte del anticlericalismo fanático de Garrido Canabal evolucionó en evangelismo protestante al cabo de unos años, se originó el fenómeno López Obrador. El mesías tropical que quiere redimir a Tabasco de los pecados que enumera reseña muy bien Guillermo.
En este ecosistema, pero en su forma posterior, donde parte del anticlericalismo fanático de Garrido Canabal evolucionó en evangelismo protestante al cabo de unos años, se originó el fenómeno López Obrador. El mesías tropical que quiere redimir a Tabasco de los pecados que enumera muy bien Guillermo.