THE INVENTION OF NATURE. Andrea Wulf. Vintage. New York, 2016 (2015). 552 pp.
Esta obra sobre Alexander von Humboldt (1769-1859) es menos y más que una biografía, aunque sigue su vida en orden cronológico. Es ante todo una demostración de la importancia científica y cultural del alemán, su trabajo pionero y su influencia en la ecología, y su relevancia ante las crisis actuales: “Entre sus ideas más revolucionarias está una concepción radical de la naturaleza como una fuerza compleja y globalmente interconectada que no existe para uso exclusivo de la humanidad”. Fue además uno de los primeros en aproximarse a la naturaleza desde una perspectiva emocional y romántica, así como en entender el cambio climático provocado por la humanidad.
Humboldt nació en Berlín en 1769. Quedó huérfano de padre a los nueve años, y su fría y distante madre los crio a él y a su hermano Wilhelm, dos años mayor, en un ambiente de represión emocional brutal, rodeados de excelentes tutores, pero sin amor. Aunque siempre se llevó bien con Wilhelm, se sentía intelectualmente inferior, y la madre claramente prefería al serio y estudioso hermano mayor sobre el distraído y débil chico al que llamaba despectivamente “el pequeño boticario” por su afición a coleccionar especies vegetales, animales y minerales.
Creció en plena revolución científica e industrial, cuando el humano comenzaba a perder el miedo a la naturaleza. Fue un “hijo de la Ilustración”. Después de estudiar negocios (que odiaba), se hizo ingeniero de minas y, muy joven, inspector de minas para el gobierno prusiano. Intelectualmente, el período crucial de su formación comenzó en 1794, cuando empezó a visitar a Wilhelm en Jena, la gran ciudad universitaria alemana, donde conoció al impresionante círculo de sabios alrededor de Schiller y Goethe. Impresionó a este último con su cultura y energía, y su amistad fue fecunda para ambos. Juntos estudiaron las teorías sobre el “impulso vital” de los organismos y sobre la relación entre la “forma esencial” y las fuerzas externas que moldean a cada especie, lo que los condujo a intuiciones sobre la evolución y la adaptación. Su otra gran influencia fue Kant, situado en un punto intermedio en la polémica entre Racionalismo y Empirismo, con su idea de la incognoscibilidad de la “cosa en sí” y de la realidad como producto de la percepción, lo que hacía indispensable el autoconocimiento.
Pero el acontecimiento central de su vida fue el viaje de cinco años, 1799-1804, por las colonias españolas de América. Entró por Cumaná, Venezuela, y fue un viaje de maravilla y horror; lo primero ante la naturaleza salvaje y bellísima del continente, lo segundo ante la esclavitud, la explotación, la destrucción estúpida de los ecosistemas, las enfermedades tropicales y los terremotos. Acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland, recorrió miles de kilómetros, escaló volcanes y recopiló cientos de miles de ejemplares de todo tipo de especies y minerales, además de adquirir fama mundial.
En busca de la conexión entre el Orinoco y el Amazonas, tue testigo de la desecación criminal y la deforestación. Fue abandonando la visión antropocéntrica para concebir su idea del sistema global. Tras una visita a Cuba, regresó a Cartagena para emprender el penoso pero maravilloso camino a Lima a través de los Andes, donde escaló todos los volcanes que pudo, incluyendo el impresionante Chimborazo. En Quito reclutaron al joven Carlos Montúfar, que luego los acompañó a México, Cuba, Estados Unidos y Europa.
Muchos han criticado a Humboldt por no haber realizado un gran descubrimiento científico individual, pero no entienden que no estaba interesado en hechos aislados, sino en la conexión entre todos los fenómenos naturales (y sociales). Lamentablemente, la autora se salta sus experiencias en la Nueva España, pero se explaya sobre su compleja relación con Jefferson, al que reprochó amargamente la esclavitud.
De regreso, se instaló en la capital de la ciencia, París, durante veinte años. Ahí fue publicando un corpus apabullante de obras científicas enormemente influyentes y se convirtió en uno de los hombres más famosos y admirados del mundo. En 1827, el rey de Prusia le ordenó regresar a Berlín. Dos años después realizó otro viaje crucial, a Siberia. A partir de 1845 publicó Cosmos, una serie enciclopédica que tuvo un éxito histórico, y murió a los noventa años, universalmente reconocido. En varios apéndices, Wulf describe su influencia sobre personajes clave del ecologismo, como G. P. Marsh, Haeckel, Muir y Thoreau.
Excelente biografía de este hombre sumamente extraño, hablador compulsivo, asexual, brillante e irritante, omnisciente, volátil e interesantísimo, que dejó una huella profunda en la historia cultural y tuvo una vida aventurera, fecunda y fascinante.
4 respuestas
Siempre maravilloso. Gracias Guillermo
Interesantísimo.
Porqué te llamó la atención la vida de Alexander?
Gracias. Porque fue un visionario de la visión holística de la naturaleza y del impacto de los humanos en ecosistemas y climas.
Me gusta Maestro Maynez, abrazo fraternal.
Arturo