EL HOMBRE SIN ATRIBUTOS. Robert Musil. Seix Barral. Barcelona, 2012 (1930-1942 / 1978). Vol. I 684 pp. Vol. II 871 pp. 1,555 pp.
Esta es la edición “definitiva y completa”, según la establecida en alemán por Adolf Frisé en 1978. Contiene las tres partes publicadas en vida de Musil, más veinte capítulos impresos en 1937-1938, retirados luego y conocidos como “capítulos de las galeradas”, seis capítulos en proyecto y otros esbozos y bocetos, incluyendo uno, final, de mediados de de los años 1920, que curiosamente sirve como posible desenlace de esta obra inacabada.
Se trata, sin duda, de una obra densa, caótica y difícil, y sin embargo yo podría haber leído mil páginas más, pues no quería que terminara. Creo que el secreto está en que Musil trata todos los temas con un sentido del humor profundo, no de carcajada, sino de la sonrisa que aflora cuando el lector comprende y comparte el azoro de los personajes ante el tumulto de ideas y la ebullición intelectual de principios del siglo XX, más el total desconcierto en que se hallaba el Imperio Austrohúngaro (y toda Europa) en los momentos inmediatamente anteriores al estallido de la Primera Guerra Mundial. De hecho, la conciencia que tenemos sobre lo que está a punto de ocurrir, y que los personajes ignoran, le da un trasfondo de tristeza y compasión a la experiencia de la lectura. Kakania (como llama burlonamente Musil al imperio) se acerca a su destrucción, mientras los personajes hacen otros planes y se debaten entre el psicoanálisis, la relatividad, la mecánica cuántica, el declive del liberalismo y el ascenso del fascismo, el anti-semitismo y los nacionalismos, así como las disrupciones creadas por los avances tecnológicos y los movimientos artísticos de vanguardia. Es una sociedad en profunda crisis y los personajes lo intuyen, pero no pueden explicarlo.
El “hombre sin atributos” (que no “sin cualidades”) es Ulrich, un ingeniero y matemático de 32 años que, ante una encrucijada vocacional, decide tomarse en 1913 un año sabático para pensar qué quiere hacer. A su padre le disgusta el proyecto y lo obliga (pues vive de su dinero) a presentarse ante una serie de conocidos suyos, con objeto de que se “relacione” y se “abra oportunidades”. De mala gana, Ulrich visita en Viena a dichos conocidos, incluyendo al conde Leinsdorf y a una prima política lejana a la que llama Diotima. Estos dos son el eje de un movimiento político-social llamado “Acción Paralela”. El objeto de este movimiento es preparar los festejos por el septuagésimo aniversario de la coronación del emperador Francisco José, el cual coincide con el trigésimo de la coronación del káiser alemán, Guillermo II. La idea, por supuesto, es opacar la celebración alemana y proclamar la superioridad cultural del imperio. Para esto, Leinsdorf y Diotima convocan a un grupo de intelectuales y otras personalidades, con el fin de preparar los festejos. Diotima está casada con un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores, Tuzzi, y es en su casa donde se reúne el grupo. Tuzzi, escéptico, se abstiene de participar. Hay dos intrusos: Arnheim, un millonario industrial prusiano-judío, escritor famoso y filósofo aficionado, del cual Diotima se enamora, y el general Stumm von Bordwehr, un militar vergonzante, obeso, inculto pero perspicaz, antiguo jefe de Ulrich (con quien entabla una íntima amistad), enacrgado del área de “educación” del Ministerio de Guerra e infiltrado por éste para estar al tanto de las intenciones del grupo.
Ulrich es nombrado secretario de Leinsdorf y funge como coordinador del grupo, a desgana. En paralelo, Ulrich tiene varias amantes que lo meten en problemas, la ninfómana Bonadea, en particular, y reanuda relaciones con una pareja de amigos de la adolescencia, Walter y Clarisse, que tienen un matrimonio desastroso, así como con el banquero judío Leo Fischel, cuya hija Gerda (que se enamorará de Ulrich) tiene un novio, Hans, precursos de los grupos filonazis. Hay dos subtramas más: la relación entre Solimán, criado negro de Arnheim, y Raquel, sirvienta judía de Diotima, y la situación de Mossbrugger, un violador y asesino cuyo juicio corre paralelo a la trama principal y en cuyo destino se interesan algunos de los personajes, en particular Clarisse, para quien se convierte en una obsesión. Esto es lo que hay de argumento hasta el final del primer volumen.
Cuando comienza el segundo, el padre de Ulrich ha muerto y éste debe irse varias semanas a su pueblo natal para el funeral y la disposición sucesoria. Se reencuentra con su hermana menor, Agathe, a la que apenas conoce y con la cual establece inmediatamente una relación simbiótica y casi incestuosa. Agathe enviudó muy joven y ahora decide separarse de su segundo esposo, para ir a vivir a Viena con Ulrich. Su relación ocupa el primer plano en el resto de la obra, en el que toman relevancia Walter y Clarisse, además del general Stumm.
Esto es sólo la envoltura del libro. El contenido está en las discusiones filosóficas de los personajes, primero las absurdas deliberaciones de la Acción Paralela y luego las conversaciones entre Ulrich y Agathe (entre muchas otras). En un resumen muy apretado, los principales temas son: la contraposición entre modernidad y tradición (en un momento bisagra de la civilización); la oposición entre la idea de Europa y los nacionalismos emergentes; los efectos de la disrupción del evolucionismo, la relatividad, el socialismo y el psiconanálisis sobre la psique individual y colectiva; el significado de lo “alemán” y lo “austríaco”; el significado de “Dios” en este nuevo mundo; la naturaleza del amor y su relación con el conocimiento (¿amamos porque conocemos, porque no conocemos o a pesar de que conocemos? ¿es necesario conocer para amar o amar para conocer?); la relación entre percepción y realidad (¿cuál es origen de cuál?); la relación entre poder militar y poder civil; la relación entre ley, justicia y verdad, así como la distinción entre cordura (responsabilidad penal) e insania (irresponsabilidad) y la pregunta de qué debe y qué no tomar en cuenta el aparato de justicia al condenar o exculpar a un acusado (la subtrama Moosbrugger); la relación del arte con el sujeto y el objeto; la necesidad o no de que el amor se sujete a convenciones sociales (Ulrich y Agathe), y muchas otras cosas más.
Todo esto, que suena muy pesado, está presentado con un humor sardónico pero no frívolo, que puede plantear al mismo tiempo lo absurdo de algunas teorías y debates, y lo profundo, lo crucial de otros. Aristóteles, Platón, Nietzsche y otros filósofos, pero sobre todo Goethe, como encarnación del final del clasicismo, el orden y la claridad, planean sobre la trama, entran y salen de ella. Ulrich carece de atributos para triunfar en sociedad porque cuestiona todo, examina todo, piensa porfundamente y se rehúsa a aceptar acríticamente ninguna teoría o creencia. Es un hombre cabal y hamletiano, tratando de encontrar respuestas en un mundo en crisis terminal, que sólo encuentra eco, conversación y el amor en su hermana, una mujer independiente, pensante pero práctica, que se va convirtiendo en su ancla y su refugio. El mundo de Ulrich y Agathe está por desaparecer, pero ellos siguen planteándose las preguntas esenciales. Una novela que jamás será popular, pero que es indispensable para entender la crisis civilizatoria del siglo XX. Una obra maestra, un libro bellísimo, profundísimo y esencial.
6 respuestas
Gracias, Memo
Excelente Memo, seguro que lo voy a leer.
Espero con ansias, nuevas reseñas tuyas. Me interesan mucho. Tu libro, “Los poetas del fin del mundo” me ha gustado mucho.
Muchísimas gracias, Cristy, te mando un abrazo
Excelente artículo. Estoy en plena lectura de El hombre sin atributos y es una gran ayuda. Gracias y saludos, Javier torre
Muchas gracias a ti, ojalá disfrutes el libro.
Bueno,yo he leído casi todo Musil,y estoy de acuerdo con su reseña.Este gran escritor y H Broch y F Kafka y Mann y otros varios más del ámbito alemán son de lo mejor de la literatura del siglo xx mundial y de todos los tiempos.Gracias.