DARWIN. Adrian Desmond & James Moore. Penguin. London, 1992 (1991). 832 pp.
Esta es la biografía más prestigiada y completa de uno de los cuatro o cinco científicos más importantes de la historia. Es imposible exagerar el impacto e influencia de la idea de Darwin, la evolución por selección natural, base de las ciencias naturales modernas. Darwin era un genio en la acepción más estricta del término: un hombre hipersensible, nervioso y obsesivo, con una imaginación e intuición poderosas a cuyo servicio puso el conocimiento exhaustivo (la expresión se queda corta) que adquirió sobre los mecanismos vitales de la naturaleza. Darwin fue un tipo solitario (su socialización estuvo siempre al servicio de su ciencia), neurótico de una manera bondadosa y generosa, con muy mala salud causada, al menos en gran parte, por su temperamento angustioso y obsesivo.
Los autores comienzan por afirmar que “el engima total de la vida de Darwin no ha podido nunca ser aprehendido”. Vivió en una Inglaterra casi siempre agitada por conflictos políticos, económicos, sociales y religiosos que implicaban un riesgo enorme: revelar sus ideas le parecía como “confesar un asesinato”. Afortunadamente, su propia obsesividad lo llevó a mantener un registro minucioso de su vida y pensamiento: “Sabemos ahora más acerca del desarrollo cotidiano, paso por paso, de sus ideas sobre la evolución, que sobre la historia de cualquier otra teoría científica”. Correctamente, los autores dicen que es un error estudiar sus ideas de manera aislada, pues deben ser analizadas en el contexto de su época.
Nació en 1809 en Shropshire, nieto de dos gigantes: el abuelo paterno Erasmus Darwin, un médico ateo, disoluto, iconoclasta y evolucionista, y el materno Josiah Wedgwood, uno de los primeros industriales modernos y millonarios, de confesión unitaria, la más cercana al laicismo de las sectas cristianas. Ambas familias eran de convicción whig o liberal, tradición fundamental para su desarrollo intelectual.
En 1825 entró a estudiar medicina en Edimburgo, pero le disgustó la carrera y se afilió a diversos clubes intelectuales de vanguardia. Entre sus muchos mentores de esa época destaca Robert Grant, el mejor zóologo de invertebrados de Europa, del que luego se distanció por el radicalismo ateo de Grant. Darwin se aficionó a la geología y la entomología; en 1827 abandonó la medicina. Su padre, el autoritario médico Robert Darwin, pensaba que era un inútil, por lo que decidió obligarlo a ingresar a la Iglesia Anglicana como ministro. Para ello, lo inscribió en Cambridge, donde pasó tres años dedicado más bien a aprender ciencias naturales. Esta etapa es crucial porque en ella se relacionó con varios de los científicos más destacados del establishment, es decir, naturalistas de altos vuelos, pero religiosamente conservadores, como el botánico Henslow. Aprendió mucho de ellos, pero el resto de su vida sería un dilema entre revelar sus ideas (que destruían ese establishment) o traicionarlas para evitarse conflictos. Durante veinte años, a partir de 1839, eligiría disimular, con consecuencias catastróficas para su paz emocional y su salud.
El 29 de agosto de 1831 fue el día en que su destino se reveló: recibió una invitación a dar una vuelta al mundo en el Beagle, barco que llevaba una importante misión cartográfica y científica. Fue Henslow quien lo recomendó. Darwin tenía 22 años. La historia del viaje es fascinante, llena de acontecimientos e indispensable para el desarrollo de sus ideas. Sus observaciones geológicas iban fuertemente influenciadas por Charles Lyell, el fundador de la disciplina y postulante de una Tierra que cambiaba lentamente (pero antievolucionista en biología, por razones religiosas). El mayor shock del viaje fue conocer a los habitantes de Tierra del Fuego, uno de los grupos sociales más primitivos del planeta.: ¿eran de la misma especie que los europeos? Y, de ser el caso, ¿cómo habían llegado a diferir tanto unos de otros? Este encuentro lo atormentaría por años, al ir imaginando la evolución de los humanos desde otros primates (algo que ya otros postulaban, pero sin una explicación convincente).
En octubre de 1836, Darwin regresó a Inglaterra. Había ido enviando toneladas de especímenes de todo tipo para esutudio, y había escrito miles de páginas de notas y diarios. Su patria estaba envuelta en disturbios entre la incipiente clase obrera, la clase media industrial y comercial, y la aristocracia terrateniente. Las teorías de Malthus, las leyes sobre pobreza y la reforma política y agraria turbaban el ambiente. Henslow y otros habían publicado extractos de las cartas que Darwin les había mandado, con lo que se encontró con la fama a su regreso. Fue aceptado en varias sociedades científicas y pronto era toda una celebridad, lo cual fue una bendición envenenada: todos eran antievolucionistas; publicar sus ideas iba a implicar romper con ellos. Comenzó a publicar libros de gran erudición y se casó con su prima Emma Wedgwood, de la que llegó a depender totalmente, y a la que causó muchas angustias, pues era profundamente religiosa.
Para 1839, Darwin había llegado a la convicción de que la naturaleza (incluidos los humanos) evolucionan por selección natural. Durante los siguientes veinte años llevó una doble vida, ocultándole a familia, amigos y colegas sus ideas por miedo al ostracismo.
La selección natural era una bomba atómica: destrozaba no sólo el cristianismo, sino cualquier otrs religión, mito, antropocentrismo o teleología. Muchos, como Lamarck, eran evolucionistas, pero como un proceso de “ascenso” inexorable, lineal, hacia un fin predeterminado (para algunos por la divinidad). Por el contrario, la contingencia y la impredecibilidad eran la norma; el ser humano un mero accidente.
Desde 1842 y hasta su muerte, Darwin vivió prácticamente recluido en Down House, en la campiña de Kent, donde se la pasó enfermo, trabajando febrilmente y criando una familia numerosa. La muerte a los diez años de edad de su hija favorita, Annie, en 1850, fue el peor golpe de su vida. Con la ayuda de muchísima gente, sobre todo su mejor amigo, el botánico John Hooker (quien, sin embargo, tardó mucho en convencerse de la selección natural), estudió concienzudamente la crianza de animales domésticos, plantas, percebes, así como otras especies “menores”, en las que encontraba más claramente las señales evolutivas. Se fue alejando de la religión; la muerte de Annie lo hizo ateo.
En la década de 1850, una nueva época de prosperidad en Inglaterra abrió el mundo intelectual a la ciencia profesional y al secularismo, pero los gigantes del establishment, como Robert Owen (acuñador del término “dinosaurio”), seguían férreamente apegados al diseño divino. Darwin encontró un grupo de apoyo en el Club X, en el que Hooker, Spencer, Huxley, Tyndall, Lubbock y Spottiswoode dieron la pelea por él. La ciencia de Darwin no se limitaba a círculos intelectuales: entrevistaba a campesinos, criadores y jardineros para entender cómo seleccionaban ejemplares para reproducción. Estudió todas las formas, en particular la sexual y la exogamia, para entender los procesos de selección natural.
En 1859 publicó El Origen de las Especies, desatando una guerra intelectual feroz, en la que apenas participó. Sus teorías fueron adoptadas sobre todo por las clases obreras y sus líderes, con lo que inevitablemente se politizaron. En 1863, Huxley atizó la pelea con Man’s Place in Nature, que llevó la teoría a la historia del ser humano. En 1868 Darwin sacó Las Variaciones en Animales y Plantas Domesticadas, que contenía una nueva revelación: no es la naturaleza la que “selecciona”, sino los individuos al elegir pareja. ¿Cómo y por qué las eligen? Dos obras más redondearon su tabajo, el explosivo La Descendencia del Ser Humano, de 1871 (que terminó de abrir el tema), y Las Distintas Formas de las Flores en Plantas de la Misma Especie, de 1877. En 1882 murió, dejando un legado inigualable. Gran biografía de un hombre genial, bueno y admirable.
4 respuestas
Muchas gracias, Memo.excelente resumen, como siempre. Pones una foto de las Galápagos pero no las mencionas como fundamentales para la explicación de Darwin del evolucionismo
Excelente post!
Excelente relato de la vida y obra de este influyente genio, Memo. Gracias.
Habría que estudiar la involución de las especies, en particular de las políticas y las sociedades en las que se desarrollan.
Excelente repaso biográfico