Saturno devorando a su hijo: Darkness at Noon, de Arthur Koestler.

Saturno devorando a su hijo. Francisco de Goya, 1819-23. www.historia-arte.com
Las dictaduras y los regímenes totalitarios están de regreso, más allá de Cuba y Corea del Norte. No sabemos aún si llegarán a los niveles de destrucción y locura de Hitler, Stalin o Mao, pero en todo caso vale la pena recordar cómo fueron.

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DARKNESS AT NOON. Arthur Koestler. Vintage. London, 2019 (1940). Traducción del manuscrito original alemán por Philip Boehm. Introducción de Michael Scammell. 290 pp.

Durante más de siete décadas, el manuscrito original en alemán de esta obra estuvo perdido. Lo que se conocía era la – deficiente e incompleta – traducción al inglés que hizo su novia, la cual además eligió el – ese sí afortunado – título. En 2016, un estudiante descubrió el manuscrito en Suiza, cuya traducción se encargó a un profesional, conocedor de la jerga del comunismo soviético.

Darkness at Noon (conocida en español como El Cero y el Infinito) es la novela más importante sobre los juicios de Moscú de los años 1930, y de hecho, del estalinismo. Fue inspirada por el juicio y confesión de Nikolai Bujarin, admirado por Koestler, quien para entonces ya se había desilusionado del comunismo soviético (y de cualquier otro). La novela narra el encarcelamiento, interrogatorios, juicio y “confesión” de Nikolai Salmanovich Rubashov, alto mando del ejército y la administración de Stalin, acusado de nebulosas “traiciones” al líder. Son falsas, desde luego; parte de las purgas mediante las cuales Stalin se deshizo de antiguos aliados para sustituirlos con abyectos lacayos que, de todas formas, nunca estaban a salvo de nuevas purgas.

Arthur Koestler (1905-83), en 1969. Wikipedia.

Rubashov padece la enfermedad, fatal para todo comunista, de ponerse en los zapatos de los demás, lo que le impide ser fanático. Ese es su pecado, literalmente mortal. Rubashov está en confinamiento solitario; camina obsesivamente por su celda mientras relfexiona sobre su situación y recuerda su pasado: “Sabía por experiencia que toda confrontación con la muerte cambia el mecanismo mental y provoca las reacciones más sorprendentes”. Por ejemplo, a diferencia de la mayoría de los prisioneros, que sueñan con el futuro o con un pasado imaginario, él recuerda el pasado real. Se da perfecta cuenta de que él mismo ha sido represor y ha purgado a activistas leales y comprometidos. Las historias de Richard, un alemán; del obrero belga-alemán Löwy; y de su secretaria-amante Orlova lo persiguen inmisericordemente: esos son sus pecados reales, los cometidos contra seres humanos y no contra abstracciones perversas.

A lo largo de la novela, Rubashov se comunica con su misterioso vecino de al lado (al cual imagina como un viejo oficial zarista) por medio del código largo y engorroso enseñado a los comunistas para ser usado en la cárcel. Este código, pasado de celda en celda, sirve para enterarse de lo que pasa en la prisión.

Rubashov se va dando cuenta de que su pasado es idéntico al del Partido: “¿Dónde y cuándo, en la historia, habían sido tan defectuosos los santos? ¿Cuándo había sido tan mal representada una buena causa? Si el Partido es la encarnación de la voluntad de la Historia, entonces la propia historia es defectuosa”.

Nikolai Bujarin. Wikipedia.

Su primer inquisidor es un viejo compañero, Ivanov, quien le advierte sobre sus opciones. La primera es negar todo, lo cual conlleva juicio y ejecución secretos. La segunda es confesar todo, excepto haber planeado el asesinato de “Número 1”, o sea Stalin, y quizás obtener una sentencia de veinte años tras un juicio público, y esperar una posible reducción posterior de la sentencia. Su primera reacción es negarse a confesar.

Rubashov comienza a escribir un diario en el que plasma sus reflexiones y desarrolla su teoría del estalinismo, que no es otra cosa que una religión basada en la fe en la infalibilidad del líder. Ivanov es un interrogador inteligente y culto con el que Rubashov mantiene intercambios filosóficos, históricos y literarios. El único parámetro de moralidad en política es “el fin justifica los medios”. ¿Está justificado entonces Raskólnikov? No, el protagonista de Crimen y Castigo es un delincuente porque su crimen responde a sus intereses individuales y no al “bien común”. El problema, desde luego, es quién y cómo se define ese “bien común”. Según Ivanov, ningún Estado ha practicado jamás la moral cristiana. Los bolcheviques son los primeros revolucionarios congruentes, no hipócritas. Cuando Rubashov le responde enumerando los crímenes soviéticos, Ivanov revira: “Pues eso es maravilloso; estamos arrancando la vieja piel de la humanidad y poniéndole una nueva”. Rubashov se burla: “Creímos que podíamos manipular la historia como un experimento físico”. Rubashov desarrolla una nueva teoría: el avance tecnológico, al desplazar, asustar y confundir a las masas, obliga una respuesta autoritaria, hasta que las masas se acostumbran al nuevo estado de cosas. Quizá tenga razón, pero eso no justifica ningún crimen.

Multitudes apoyando los Jucios de Moscú. www.sinpermiso.info

El segundo inquisidor, en contraste, es Gletkin, un matón vulgar y sádico, ignorante, sin historia en las luchas de 1917. Con testigos torturados, lo acusa de planear el asesinato de Stalin. Tras varias semanas de interrogatorio, Rubashov define el epitafio del comunismo: “Quizás no sea sano navegar sin lastre ético”.

Un Apéndice incluye la confesión final, real, de Bujarin, un monumento a la incoherencia y la abyección, como ejemplo de la degradación ética a la que llegó el régimen soviético. Una novela estremecedora, lúcida al extremo, y uno de los textos cruciales del siglo XX y sus horrores.

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Comentarios del artículo

8 comentarios

  1. Muy interesante y la reflexión es que hoy en el siglo XXI no hemos podido acomodar el Facismo que nos dejó la Primera Guerra Mundial ni el Totalitsrismo que nos legó la Segunda Guerra Mundial con la Unión Soviética
    Hoy todo vuelve aparecer en
    Los Populismos y ya no importa la derecha o la izquierda es la democracia contra el autoritarismo como aparece hoy
    Debemos darle la vuelta a la pagina y diría mejor cambiar de libro pues los desafíos del siglo XXI no se van arreglar con ideologías fracasadas y la humanidad debe seguir adelante tratando de ser más respetuoso del ser humano

  2. Gracias Memo, una época interesante en esa parte del mundo.
    Pregunto, no se hace mención a Trotsky? Otra hubiera sido la historia de la URSS si la muerte de Stalin lo hubiera agarrado en Moscú. Bueno, en historia el hubiera no existe . . .
    Como siempre, lectura obligada para el fin de semana.
    Abrazo

  3. Siempre inteligentes resúmenes de obras atinadamente seleccionadas. Nos deja a sus lectores ávidos de recorrer las páginas de esas excelentes obras. Muchas gracias, Guillermo!

  4. Qué impactante historia atrás de esta novela, Guillermo! Gracias por contarla! Y por poner el nombre de esta novela a la lista de las lecturas importantes!

  5. Excelente comentario de algo que desgraciadamente parece suceder y que no vislumbra opciones ni escapatoria. Para el personaje que recuerda el pasado como fue, las cosas deben haber sido mucho más difíciles

  6. Gracias como siempre querido Guillermo, material para leer varias veces, hace mucho que le tengo miedo al totalitarismo rampante que se pasea, cada vez más a sus anchas, por el mundo.
    Ya no hay izquierdas ni derechas, no hay una filosofía y ética del bien común, el de verdad.
    Simplemente existen la voracidad por más y el ansía de poder.
    Ojalá nos equivoquemos y cambien los vientos de la Politica.

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