I SERVED THE KING OF ENGLAND. Bohumil Hrabal. New Directions. New York, 2007 (1971). 241 pp.
De lo poco que he leído de literatura checa (Hasek, Capek) encuentro que hay un sentido del humor muy característico del pueblo, una especie de sarcasmo autoinflingido, una pulsión por “hacerse el tonto” que pudiera ser un mecanismo de defensa ante la larga serie de dominaciones extranjeras que han padecido: alemanes, austríacos, alemanes nazis, soviéticos. Un humor a veces infantil que esconde (por sobrevivencia) una profunda desconfianza, resentimiento y temor a los opresores. Personajes astutos que, para mantenerse vivos y dignos, fingen estupidez. Oportunistas por necesidad que toman lo que pueden dentro del sistema que padecen. El soldado Svejk de Hasek es quizás el prototipo, seguido de cerca por el protagonista y narrador de esta novela que comienza como picaresca y termina como bildungsroman. Debajo de la inocencia y el azoro se revela una personalidad taimada, paciente y vigilante que espera su momento para, si no triunfar, por lo menos sacudirse el yugo. El siglo XX, catastrófico para los checos, provee un campo desgraciadamente fértil para el ejercicio de estas cualidades.
El narrador de esta novela es un adolescente chaparrito, pelirrojo y poco agraciado, pueblerino, que comienza su azarosa carrera como garrotero en un hotel provinciano. Entre escenas pintorescas que describen la fauna del pueblo (gitanos, agentes de ventas, prostitutas), el luego llamado Ditie escucha a los notables y de sus conversaciones deduce que la mayor dicha es poder ir al prostíbulo local. Gracias a un negocio paralelo y fraudulento, Ditie consigue dinero para frecuentar el burdel, donde se hace favorito por su ternura y generosidad. Parte del encanto de este capítulo es la descripción de los agentes de ventas, incluyendo al de la sastrería que forma maniquíes inflables a la medida, episodio casi onírico como los de Bruno Schulz en The Street of Crocodiles. Despedido tras un incidente desafortunado, Ditie consigue empleo en un hotel campestre que sólo sirve para orgías de poderosos, incluyendo al presidente de la República. Luego pasa a un hotel de lujo de Praga, donde queda bajo la tutela de un capitán de meseros sabio que alguna vez sirvió al rey de Inglaterra, y que explica su sapiencia con este suceso. El hotel organiza una cena para Haile Selassie, el emperador de Etiopía, que condecora a nuestro héroe. Al invadir los nazis Praga, Ditie se enamora de una atleta alemana a la que protege del repudio de los checos, lo cual obviamente le gana la enemistad de sus compatriotas. Alegando una abuela alemana, Ditie es aceptado como pareja de la chica, con la cual se casa y tiene un hijo. Mientras ella se va a la campaña de Rusia, Ditie sirve en otro hotel campestre para nazis. Al terminar la guerra vende una colección de sellos postales robados por su mujer, con lo que se hace millonario y compra su propio hotel. No obstante, nunca logra ser aceptado como igual por los otros millonarios, lo que lo llena de frustración. Cuando triunfan los comunistas, decomisan las fortunas y encierran a los ricos en un antiguo monasterio, pero ignoran a Ditie. Ofendido, éste demuestra que también es rico y se interna voluntariamente en la prisión, en un episodio fársico que muestra la inmadurez y banalidad de sus pretensiones. Los guardias comunistas resultan ser unos estúpidos y pronto la cárcel es gobernada por los internos, pero ni así es aceptado socialmente Ditie. Reclutado forzosamente por los comunistas como reparador de caminos, Ditie termina viviendo como ermitaño en una solitaria casona de las frías montañas, donde finalmente alcanza la iluminación, la serenidad y su graduación como ser humano.
El triunfo de esta novela consiste en retratar el ascenso, caída y maduración del personaje a través de su propia voz y en un tono de inocencia, asombro e incertidumbre que permite compartir su proceso de desarrollo vital, intelectual y moral. La clave de picaresca impide cualquier sermón o moralización y abre la puerta a una observación fresca de la historia checa desde la entreguerra hasta el comunismo. Ditie es un hombre ignorante e indefenso, que utiliza al máximo su astucia y audacia para enfrentarse a un mundo hostil que constantemente le niega la dignidad. No puede estar siempre del lado de los buenos, porque no hay tales. Hay sólo un mundo frío e indiferente que lo obliga a tomar lo que hay, y no es sino hasta el final, en la completa soledad de las montañas, cuando puede observarse y reconocerse. La paradoja cruel y tierna a la vez es que sólo hasta que abandona la compañía de los humanos y la cambia por la de los animales – un caballo, un perro y una cabra – se vuelve plenamente humano. Una novela agridulce, amargamente divertida y aguda que se queda en la mente, que cala.