LITUMA EN LOS ANDES. Mario Vargas Llosa. Planeta. México, 2010 (1993). 313 pp.
El cabo Lituma (personaje de La Casa Verde) y su adjunto Tomás Carreño viven en una miserable barraca en los Andes, encargados de la seguridad de un campamento de trabajadores que construyen una carretera. A su alrededor, por toda la región, Sendero Luminoso asuela los poblados, asesinando y torturando sin ton ni son, enloquecidos por la ideología dogmática y homicida que los controla y posee como a zombies. Mientras tanto, tres personas han desaparecido del campamento sin dejar ningún rastro: el mudito Pedro Tinoco, traído por Carreño para ayudar en tareas domésticas; Demetrio Chanca, el capataz; y el comerciante albino Casimiro Huancaya. Lituma se obsesiona con la investigación mientras siente que el cerco de Sendero Luminoso se cierra a su alrededor. Interroga a todo el campamento, y en especial a los esposos Dionisio y Adriana, dueños de la cantinucha donde los obreros se embriagan hasta la inconsciencia, mientras Dionisio los anima a que bailen juntos y a quién sabe qué otros degeneres que Lituma y Tomasito se rehúsan a presenciar.
En las noches frías y solitarias, Tomasito le cuenta a Lituma, obsesivamente, la historia de su fracasado amorío con Mercedes, una prostituta a la que él ha rescatado, contra su voluntad, de las manos de un narco. El relato de su huída y aventuras sirve como contrapunto a la historia de la investigación de Lituma. Intercaladas en la narración están también las historias particulares de cada uno de los otros personajes importantes, así como las atrocidades de los guerrilleros, que se entrelazan con las desventuras de Lituma y Tomás. Entre la bruja Adriana (que lo hace voluntariamente) y un investigador danés que conoce en una mina y que le cuenta leyendas indias, van enredando a Lituma en las supersticiones regionales, sobre todo la de los “pishtacos”, no-muertos que se alimentan de sacrificios humanos. Entre estas fantasmagorías, que se resiste a creer, y la amenaza real y cercana de Sendero, Lituma se acerca al colapso nervioso, hasta que una aventura terrorífica y a la vez purificadora lo acerca a la solución del misterio, a la revelación espeluznante del destino de los tres desaparecidos.
En esta novela de madurez, Vargas Llosa se muestra en pleno control de sus muchos poderes como narrador: una trama compleja pero redonda, sin fisuras pero sin ataduras forzadas; extraordinaria pero verosímil; la dosificación adecuada de la información al lector, con un ritmo preciso para crear una atmósfera opresiva, aterrorizante, con toques de humor y humanidad que la alejan de un simple cuento de miedo.
En particular, la historia de los amores de Tomasito y Mercedes se ofrece como el espacio alterno a la soledad de la montaña, donde la vida en sociedad transcurre, así sea también sórdida y feroz, pero sin los fantasmas andinos. Cada una de las historias individuales es una pequeña novela en sí, que da cuerpo y trasfondo a la historia.
Mención aparte merecen el cantinero Dionisio (nombre perfecto) y la bruja Adriana, personajes siniestros si los hay, pesadillescamente inolvidables y aterrorizantes. Titiriteros de una farsa grotesca, cínica y repugnante. Una novela prácticamente perfecta, sobrecogedora y febril.
4 respuestas
Cómo siempre… Gracias por compartir! Gpe
Muy buena reseña, Memo.
Gracias Memo. Traslada a los Andes y recuerda la pesadilla que fue Sendero Luminoso.
Hablando de redondeces, lo que escribes redondea la lectura de la obra. Siempre me provocas ganas de releer, pero ya que la vida no es infinita, siempre queda leer tus anotaciones con tu perspectiva de lo ya leído. ¡Gracias!