MEMORIAL DEL CONVENTO. José Saramago. Alfaguara. México, 1999 (1982). 467 pp.
El título de la obra es engañoso, pues la construcción del palacio-monasterio de Mafra no es el centro, sino apenas el trasfondo parcial de la historia de amor entre Baltasar y Blimunda. Ciertamente, la génesis del monasterio y su edificación juegan un papel importante en la trama, aunque sólo en la medida en que dan contexto histórico y, por temporadas, físico, a las vidas de ambos protagonistas.
En Portugal, a principios del siglo XVIII, el rey Juan V y la reina María Ana de Austria no pueden tener hijos. El abad de los franciscanos le ofrece al rey (quien mientras tanto tiene hijos ilegítimos con varias monjas) abogar con Dios si promete construir un monasterio para su orden. Juan V invierte los términos de la negociación y, una vez que la reina da a luz, comienza la construcción del monasterio. Originalmente le pide al arquitecto, Ludwig, una réplica a escala 1:1 de la basílica de San Pedro, pero ante la imposibilidad de la empresa se conforma con un complejo basílica-monasterio-palacio que irá creciendo, de la idea original para 13 monjes, a la real para 300, una obra desmesurada y bellísima de estilo neoclásico.
Mientras tanto, Baltasar, oriundo de Mafra, regresa a Lisboa de la guerra, donde ha perdido la mano izquierda. Durante un auto de fe conoce a la joven Blimunda, hija de una de las condenadas, con quien se va a vivir. Blimunda sufre una condición por la cual, mientras está en ayunas, puede ver el interior físico de cosas y seres vivos, lo cual la atormenta. Conocen a Bartolomé Lourenço, personaje histórico, monje precursor de la navegación aérea que los emplea como ayudantes en la construcción de la “Passarola”, un prototipo de máquina voladora que usaría ámbar para elevarse. Para que funcione, necesita que Blimunda capture las voluntades de varias personas, lo que ésta logra con grandes esfuerzos, gracias a su facultad. Pasan los años mientras el monasterio y la Passarola se desarrollan en paralelo. Tras el primer vuelo del artefacto (cuando ya la Inquisición persigue a Bartolomé), el cura desaparece y los amantes se van a Mafra, donde Baltasar consigue trabajo en la obra. Pasan ahí sus últimas décadas, hasta el bello y agridulce final.
El estilo conversacional y lírico de Saramago es perfecto para evocar la época, el intenso amor mutuo de los personajes y el romanticismo de la historia. Es un estilo barroco y que avanza en espiral, pero jamás confuso. Es, de hecho, inimaginable el relato bajo cualquier otra forma, lo que habla de la maestría literaria de Saramago. La mezcla de elementos históricos y sobrenaturales cn la historia central encaja perfectamente. Es un relato bellísimo y rico, una de las mejores obras de su autor.
Lo leí justo antes de una visita al impresionante palacio-monasterio de Mafra, lo que hizo la experiencia mucho más emotiva, intensa y vívida.
3 respuestas
Muy interesante que lo visitaste antes de leerlo. Lo visitaste con los ojos del autor.
Gracias, Memo!
Una novela maravillosa para un lugar que tambien lo es. Gracias por la reseña, es como viajar de nuevo a ese convento y su biblioteca con las mejores compañías.