Cambio de Piel: The Spy and the Traitor, de Ben McIntyre.

Moscú. www.spyscape.com
Esta es la historia contrastada de dos de los espías más importantes de la Guerra Fría, narrada casi como una novela, y de las mejores del subgénero.

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THE SPY AND THE TRAITOR. Ben McIntyre. Broadway Books, New York, 2020 (2018). 415 pp.

Mejor que casi cualquier novela de espionaje, la biografía de Oleg Gordievsky ilustra el peligro permanente, la tensión, la adrenalina y el miedo que genera la condición de espía, sobre todo al más alto nivel de penetración en los secretos de una potencia. Cuando esta potencia es la URSS, auténtico “imperio del mal”, el riesgo es total: la tortura, la muerte y la desgracia para la familia. El autor logra transmitir estas sensaciones, basado en una investigación exhaustiva, sobre todo en fuentes primarias. Gordievsky fue el activo más valioso de la inteligencia occidental en la Guerra Fría, un espía de la KGB de alto rango, que se convirtió en doble agente al servicio del MI6, la inteligencia británica.

Ben McInteyre (1963). latam.casadellibro.com

Nacido en 1938 en una familia de agentes de la KGB, se crio en la duplicidad, la secrecía y el miedo. La KGB era el verdadero poder soviético, la principal influencia en la vida de los habitantes. Sin embargo, Gordievsky pronto se desilusionó del cuento soviético sobre la superioridad de su forma de vida respecto a la del Occidente explotador y decadente. El primer choque ocurrió en 1961: asignado para su entrenamiento final en Berlín, vio la construcción del Muro. ¿Por qué había que encerrar a los dichosos súbditos del comunismo? ¿Por qué tantos querían escapar? En 1966, todo se derrumbó. Enviado a Dinamarca con su primera esposa, Gordievsky se enamoró de la libertad y la prosperidad escandinavas. En Copenhague podía escuchar la maravillosa música clásica prohibida en la URSS; podía comprar cosas libremente, leer lo que quisiera. Los daneses eran libres y felices. En 1968, con la brutal represión de la Primavera de Praga, acabó por concebir un odio brutal hacia la URSS y anheló colaborar en su derrota. En 1970 volvió a Moscú, que le pareció sucio, triste y reprimido. Sin embargo, siguió trabajando para la KGB. Tenía todas las cualidades del buen espía y su entrenamiento había sido cabalmente aprovechado. En una decisión inusual para la KGB, en 1972 fue destinado otra vez a Dinamarca. En octubre de 1974, tras varios escarceos, fue finalmente reclutado por Richard Bromhead, el fascinante jefe del MI6 en Copenhague. A diferencia de la mayoría de los espías, no lo hizo por dinero (que rechazó mientras pudo) ni por ego, sino por convicción.

Oleg Gordievsky (1938). www.skyscape.com

McIntyre no sólo narra la carrera de Gordievsky, sino que saca lecciones sobre la naturaleza del espionaje y el oficio de espía. Hay dos conjuntos de motivaciones, no excluyentes, para que alguien se decida a dedicarse a esa profesión. Por un lado, el dinero, la ideología, la coerción y el ego; por otro, el romanticismo, la emoción de una doble vida, la posesión de conocimiento secreto y la posibilidad de influir en los acontecimientos desde la sombra. “El espionaje es un acto de la imaginación”. Otro fenómeno interesante es el lazo emocional que se desarrolla entre el espía y sus “handlers”, las contrapartes que se encargan de protegerlo y de recibir la información.

Copenhague en los años 1960. www.theguardian.com

Mientras tanto, el matrimonio de Gordievsky se deterioraba sin remedio. No podía revelarle su traición a la KGB a su esposa, agente también. Para colmo, se enamoró de Leila Aliyeva, una empleada de la ONU hija también de un famoso espía. En 1978 regresó a la URSS, se divorció para casarse con Leila y fue castigado por ello. Pasó cuatro años castigado, sin acceso a información confidencial valiosa y por eso “dormido” para el MI6. Aprovechó el tiempo estudiando inglés y en 1982 fue destinado a Londres. Para entonces, Gordievsky ya había dado información relevante sin que la KGB sospechara. Pero ahora estaba en una posición privilegiada. Retomó el contacto con el MI6, pero su carrera en la KGB iba mal y los británicos necesitaban que ascendiera, por lo que comenzaron a pasarle información que impresionara a sus jefes sin causar daño a Occidente. Fue entonces cuando Gordievsky empezó a jugar un papel fundamental en la Guerra Fría: el jefe de la KGB, Yuri Andropov, un paranoico notable aun para los parámetros del oficio, estaba convencido de que Estados Unidos fraguaba un plan para atacar nuclearmente a la URSS, por lo que lanzó la Operación Ryan, el esfuerzo de inteligencia soviético más intenso de la Guerra Fría, tratando de confirmar sus sospechas. Cuando en 1983 la OTAN realizó el “juego de guerra” ABLE ARCHER, el mundo estuvo a punto de llegar al desastre atómico. Gordievsky se alarmó y, por medio del MI6, convenció a Reagan de que la ansiedad de los soviéticos era más peligrosa que su actitud agresiva. Reagan, para quien los análisis de Gordievsky (sin saber de dónde venían) fueron toda una revelación, bajó la presión y desactivó el conflicto. En 1984, el heredero aparente del poder en la URSS, Gorbachev, visitó a Margaret Thatcher. Gracias a la información de Gordievsky, la visita fue un éxito y se ganó el aprecio y la protección de la primera ministra. Fue entonces cuando entró en acción el “traidor” del título, Aldrich Ames. Como contraste con la figura de Gordievsky, el autor relata la carrera de Ames, un alcohólico negligente y acomplejado, con ínfulas y ansias de dinero. Frustrado, Ames se vendió por dinero a la KGB al tiempo que, inexplicablemente, ascendía en la CIA. Mientras Gordievsky era nombrado jefe de estación en Londres, Ames filtraba información que lo ponía en peligro.

Aldrich Ames (1941). www.abcmews.com

A lo largo de la narración, McIntyre va describiendo la operación PIMLICO, un complejo esquema para sacar de la URSS a Gordievsky en caso de emergencia. Producto de la mente de “Veronica Price”, del MI5, el plan era descabellado; nuca se había exfiltrado a un espía desde la URSS. Cuando, recién nombrado, Gordievsky fue llamado a Moscú, se prendieron las alertas. El relato del desenmascaramiento de Gordievsky y su escape de la URSS es toda una novela en sí mismo, pero de la vida real. Sin duda, una de las historias más interesantes y emocionantes de la Guerra Fría.

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Comentarios del artículo

7 comentarios

  1. Muy interesante y culturalmente abrirá las mentes de los jóvenes de hoy en día que ni idea tienen ,de el comunismo , en su máxima expresión ( Rusia) , interesante leer el libro , muy buen artículo .

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