Dos novelas iraníes: La Lechuza Ciega, de Sadeq Hedayat, y Her Eyes, de Bozorg Alavi

Avenida Pahlavi, Teherán, 1940's. https://www.nms.ac.uk/explore-our-collections/stories/world-cultures/the-kronfol-collection/
La literatura moderna iraní ha sido poco explorada en nuestros países. Aquí dos de las novelas más destacadas.

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Como la sociedad entera, durante el siglo XX la literatura iraní se debatió entre la herencia persa, el sufismo, el islamismo chiíta radical y la atracción de Occidente. Estos dos destacados escritores se acercaron a ese dilema de maneras radicalmente diferentes, pero ambas exitosas.

Sadeq Hedayat. Wikipedia.

LA LECHUZA CIEGA. Sadeq Hedayat. La Casa de las Palabras, 2019 (1936). 80 pp.

Hedayat fue el primer escritor moderno de Irán, un hombre atormentado que se suicidó en París en 1951, a los 48 años. Esta novela tuvo que ser publicada en India, por la censura iraní y, cuando finalmente pudo ser publicada en su país natal, causó un escándalo. No es sorprendente que uno de sus admiradores haya sido André Breton, pues es una obra claramente surrealista.

Es muy breve, apenas el delirio de un opiómano que un día, a través de una ventana inexistente, ve a una mujer de ojos negros, bellísimos, junto a un arroyo. Del otro lado de éste hay un viejo sentado a la sombra de un ciprés, hacia el cual la mujer tiende la mano. Esta escena reaparece en distintos lugares y ocasiones; es el leitmotiv de toda la novela. La primera aparición ocurre exactamente 2 meses y 4 días antes del momento en que la describe.

El protagonista es un misántropo que vive en una cabaña aislada, donde se dedica a decorar cueros para “escribanías” (las carpetas de los calígrafos iraníes); el resto del tiempo lo pasa consumiendo vino y opio para curarse “las llagas del alma”. Tras ver a la mujer, el tipo sale a buscarla; naturalmente, no la encuentra, pero cuando regresa a casa por la noche ella está ahí, acostada en su cama. Por la mañana, ha muerto. El hombre la destaza y la mete en una bolsa. Cuando sale, el viejo del ciprés está ahí con una carreta, en la que la llevan a enterrar junto a un ciprés y al lado de un arroyo seco.

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Luego, en su sueño de opio, al hombre se le aparece su vida pasada: huérfano, es criado por una mujer, con cuya hija se casa. Ambos niños han compartido nodriza, la Tata. El sueño avanza hacia atrás, al pasado. Nació en Benarés (Varanasi), de un comerciante persa y una bayadera del templo de Lingam. Como el comerciante tiene un gemelo, la bayadera no está segura de quién es el padre, por lo que los gemelos se someten a la ordalía de la cobra. El niño es llevado después a Rayy, una antigua ciudad persa. El matrimonio con la hermanastra es un desastre, pues la mujer es ninfómana (con otros, pues se rehúsa a acostarse con él).

La narración es recursiva (como el Teorema de Gödel, la música de Bach y los grabados de Escher): avanza y regresa, hilando los mismos temas y frases con “variaciones”. Los personajes aparecen, desaparecen y reaparecen bajo unas cuantas formas. Es un relato circular, sin salida. En él, el dolor no tiene sentido y la religión es ineficaz contra el miedo a la muerte. Es, sin duda, un ejercicio de maestría estilística engarzado en una visión desesperanzada y pesadillesca.

Bozorg Alavi. Goodreads

HER EYES. Bozorg Alavi. University Press of America. Lanham/London, 1989 (1952). Traducción de John O’Kane. 215 pp.

Fue verdaderamente difícil conseguir un ejemplar de esta, la primera novela que leí de un autor iraní o persa. Valió la pena, porque se trata de una obra notable por su triste belleza y astuta construcción. Un innombrado narrador, superintendente de la escuela de pintura del difunto Ostad, el más grande pintor de Irán, está obsesionado con una de sus pinturas, en la que destacan los misteriosos ojos de una bella mujer. El narrador desea escribir la biografía de Ostad, un personaje hermético, y para ello siente que una pieza clave es identificar a la mujer del retrato. Podría recurrir al sirviente de aquél, Agha Rajab, pero éste se rehúsa a hablar de la vida de su jefe, muerto en el exilio en 1938 en condiciones sospechosas. Tras la muerte de Agha, el narrador da con la mujer (o, más bien, ella aparece sola). Farangis (nombre falso) es en efecto una mujer muy bella, de unos cuarenta años, aristócrata altiva. Pretende sobornar al narrador para que le venda el cuadro y, cuando éste se presenta en su casa con él, le exige a cambio contar su historia. El resto de la novela es la biografía de Farangis y en particular su relación con Ostad. Muy joven, ella le lleva sus pinturas, pero el hosco maestro la ignora, lo cual la afecta profundamente. Contra los deseos de su muy conservadora y religiosa madre, el padre la envía a estudiar pintura a París, donde descubre con amargura que no tiene talento. En París se involucra con un revolucionario iraní tísico, el cual le revela que Ostad es el jefe de la resistencia contra la cruel dictadura del corrupto Shah Reza Pahlavi.

Teherán antes de la revolución de 1979. www.businessinsider.com

De regreso en Teherán, Farangis se vuelve revolucionaria al lado de Ostad, del que está locamente enamorada. Cada vez más metida en la lucha clandestina, Farangis pone en riesgo a sus padres, que deben exiliarse en Irak. Poco a poco, el cerco se cierra alrededor de Ostad, hasta que Farangis debe hacer un sacrificio horrible para tratar, inútilmente, de salvarlo.

El relato de Farangis se desarrolla en la década de 1930, una época de terror generalizado ante la feroz represión paranoica del Shah (el propio Alavi fue encarcelado por él). En Irán privan la desconfianza mutua, la delación y la corrupción. Ostad es un hombre totalmente entregado a la causa y al arte, sin tiempo para la vida social, el romance o la amistad. Es un santo y un mártir, pero como muchos de éstos, es frío, enigmático y autoritario. Farangis es una pobre niña rica, maldita por su belleza física que la hace asediada por los hombres sin que ella encuentre ninguno (salvo quizás Ostad) que la aprecie por ninguna otra cosa. Emocionalmente frágil, se entrega por completo a Ostad y su muerte la sume en una incurable amargura.

Además de la política iraní, esta gran novela explora el tema del arte y la belleza, de la soledad y de la desilusión por una vida fallida.

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