MIDDLEMARCH. George Eliot. Modern Library. New York, 2000 (1871-1872). 826 pp.
Generalmente considerada la obra maestra de George Eliot (Mary Ann Evans) y la gran novela victoriana de la vida de provincia. Se desarrolla en la ciudad ficticia de Middlemarch y villas aledañas como Tipton y Lowick, en Warwickshire, entre los años de 1829 y 1832. Se trata de una obra muy ambiciosa, con muchos personajes y una trama compleja que logra retratar todos los estratos sociales, los principales oficios, los grupos de interés y las discusiones ideológicas del momento. El contexto socioeconómico y político es la llegada de la Revolución Industrial y el ferrocarril, y la discusión y aprobación de la Reform Bill (1832), que amplió el electorado y rediseñó los distritos electorales para dar mayor representación a las clases medias urbanas en detrimento de los viejos boroughs feudales y rurales dominados por caciques de la nobleza. También juegan un papel determinante las divisiones religiosas (metodistas-anglicanos-católicos) y el rechazo de unos y la aprobación de otros a la medicina científica proveniente de Francia, Alemania y Londres.
La trama sigue a un grupo amplio de familias e individuos directa o indirectamente relacionados, divididos más o menos en tres grandes grupos: a) las familias Brooke, Chettam y Cadwallader, de Tipton; b) las familias Vincy, Bulstrode y Garth, de Middlemarch; y c) Edward Casaubon, señor de Lowick. Dos forasteros recién llegados, el Dr. Tertius Lydgate y Will Ladislaw (sobrino de Casaubon) y otro con veinte años de residencia, Mr. Bulstrode, introducen ideas y actividades ajenas al pueblo que generan controversia, divisiones y tensiones. En el caso de Lydgate se trata del nuevo enfoque médico, que lo hace odiado por los viejos practicantes. En el de Ladislaw es su condición de hijo de polaco y sus costumbres liberales y contestatarias. En el de Bulstrode es su puritanismo militante manifestado en una intensa actividad pública y en el uso de su poder como banquero.
Si acaso hay un personaje principal es Dorothea Brooke, cuyo matrimonio a los 20 años con el rector anglicano Casaubon, de 47, desata los acontecimientos. Dorothea es un personaje notable, una mujer de alta cuna, huérfana, con fuertes convicciones religiosas y éticas y la ambición de ejercerlas en beneficio de la comunidad. Su idealismo ingenuo y su impulsiva voluntad le acarrean sinsabores y problemas, el mayor de los cuales es su precipitado casamiento con el agrio, huraño y fracasado Casaubon. Otro personaje principal es Lydgate, el ambicioso y también idealista reformador cutos planes se ven obstaculizados también por un matrimonio irreflexivo, con la bella y ególatra Rosamond Vincy. Un tercero es el repelente Bulstrode, fanático religioso con un oscuro pasado que, sin embargo, es el principal apoyo de Lydgate en su cruzada médica.
En muchos sentidos, Eliot es la antítesis de su contemporáneo Dickens. En lugar de crear caricaturas para acentuar los rasgos, como él, Eliot contempla y desbroza las ambigüedades y contradicciones del carácter de hombres y mujeres comunes enfrentados a circunstancias que constriñen su potencial. Incluso los personajes que se salen de lo común, como Dorothea y Lydgate, enfrentan una batalla titánica contra los prejuicios y el status quo de la estrecha sociedad provinciana, y a diferencia de los libros de Dickens los extremos de tragedia y triunfo se quedan en la lejanía de lo posible y la realidad se impone en toda su ambivalencia y prevalencia de lo prosaico. Los secretos del pasado, las ilusiones del futuro y las restricciones del presente ponen en juego las facultades y personalidades de los personajes, examinados bajo el microscopio potente de la autora, quien no se inhibe de intervenir, comentar y editorializar sobre sus vidas y circunstancias. La sutileza psicológica, la descripción detallada de la vida cotidiana y de las controversias religiosas, médicas y políticas, y la resistencia a la impostura y a las soluciones fáciles hacen de esta novela compleja un artefacto de hechura sólida y perturbadora, una reflexión cruda sobre la imaginación moral y sus posibilidades y límites.
Un comentario
Interesante conocer estos reflejos ingleses de Mary Ann Evans. Qué bueno que la reivindicas como autora. Saludos.