PALE FIRE. Vladimir Nabokov. Vintage. New York, 1989 (1962). 315 pp.
Esta es una de las novelas más originales, divertidas y desaforadas que se puedan leer. El texto está repleto de alusiones históricas y literarias, referidas sobre todo a las marcadas filias y fobias del autor (entre estas últimas los bolcheviques). El narrador es el tipejo menos confiable que se pueda imaginar, pero en su locura manifiesta es tan imaginativo y cínico que resulta, si no entrañable, por lo menos memorable. De lo que relata, no podemos estar seguros de que nada sea verdad, aunque una posibilidad es que todo sea una pura invención; lo más probable es que se trate de una distorsión grotesca de personajes y situaciones “reales”. Jamás lo sabremos.
Charles Kinbote es un académico recién llegado al pueblo universitario de New Wye, en el estado norteamericano de Appalachia. Descubre con sorpresa que su vecino es nadie menos que John Shade, el poeta al que idolatra de manera obsesiva y hostigante. Según su Prefacio, en los últimos meses de su vida Shade escribió un poema, su obra cumbre, inspirada por el propio Kinbote para que plasmara la historia de Carlos el Amado, rey del país nórdico-báltico de Zembla, el cual debe huir por una revolución sospechosamente parecida a la bolchevique, pero en la década de 1950. Según eso, el poeta le confió el manuscrito antes de ser asesinado por un agente enviado a liquidar al rey Carlos en New Wye. Ha convencido a la viuda (que, según él, lo odia) de firmar un documento que acredita su legítima posesión, pero luego se vio forzado a huir y ahora escribe el relato que acompaña al poema, desde un lugar secreto. Confiesa haber editado el poema, así como su decepción al constatar que no se trata del rey Carlos, sino de la propia vida del poeta: “Sin mis notas, el texto de Shade simplemente no tiene realidad humana”. “Pale Fire”, el poema, consta de 999 versos (le falta el último), divididos en cuatro cantos de 166, 334, 334 y 116 (165, en realidad) versos.
A continuación publica el poema, dedicado a la esposa, Sybil, y escrito en “coplas heroicas”, versos pareados en pentámero yámbico. Es un enigma: es difícil saber si es un buen poema o no, aunque ciertamente es disfrutable en su retorcido ingenio como broma literaria, que cuenta una historia triste, la vida del poeta. Shade retrata su infancia como huérfano criado por la extraña tía Maude. Es un niño ateo, gordo, cojo, inadaptado y epiléptico. En su adolescencia se obsesiona con el tema de la vida después de la muerte. Luego se casa con su novia de preparatoria, Sybil, y tienen una hija que sufre un destino horroroso y trágico, después de lo cual se convierten al espiritismo. Durante un ataque cardíaco/epiléptico, Shade ve lo que hay después de la muerte, simbolizado por una alta fuente blanca.
La tercera parte es el Comentario de Kinbote al poema, que es donde se le terminan de ir las cabras al monte, pues en lugar de ser lo que promete, se trata de la historia de Carlos el Amado de Zembla, rey de 1936 a 1958. En paralelo, cuenta la historia de Jakob Gradus, el asesino estonio, supuestamente metaforizada en el poema de Shade. Hay otra historia inserta en este Comentario, la del acoso de Kinbote hacia Shade. Kinbote es un homosexual depredador, promiscuo y paranoico, cuyos amoríos lo arruinan emocionalmente. Se dedica a espiar y atosigar a Shade, quien supuestamente lo considera un amigo a pesar de la oposición de la celosa Sybil. Todo esto es patético y cómico, en tono de una farsa demente.
La historia de Carlos es igualmente maravillosa en su excentricidad. Parodia medieval del siglo XX, cuento de hadas, historia de un junior disoluto, metáfora de la revolución rusa y relato de capa y espada, con conspiraciones y pasadizos secretos, todo coloreado con las escapadas homosexuales del rey, obligado a casarse con la joven princesa Disa, que incluso en su huida lo acosa en sueños (un homosexual con fantasías heterofóbicas). La historia de Gradus es una salvaje burla del fanático arribista y homicida.
Se trata de una maravilla de la imaginación y el sentido del humor, un humor perverso. Nabokov se proyecta en las opiniones políticas de Kinbote y en las literarias de Shade: “Qué extraño que los intelectuales rusos carezcan de todo sentido del humor, cuando tienen humoristas magníficos como Gógol”; “Para empezar, hay que desechar ideas y contexto social, y entrenar al estudiante para que se estremezca, se embriague con la poesía… enseñarlo a leer con la médula y no con el cráneo”; “Cuando escucho a un crítico hablar de la sinceridad de un autor, sé que éste o aquél es un tonto”.
La gran novela de Nabokov, junto con Lolita, y un libro absolutamente digno de más lecturas.