El Rebelde Reaccionario: Limónov, de Emmanuel Carrère.

Eduard Limónov (1943-2020). www.telegraph.co.uk
Eduard Limónov fue un personaje extraño, pero representativo de los traumas y consecuencias de la URSS y su paso a la Rusia de Putin.

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LIMÓNOV. Emmanuel Carrère. Anagrama. Barcelona, 2015 (2011). 396 pp.

Carrère se ha especializado en un género híbrido muy interesante, que ha sido retomado por otros contemporáneos como Javier Cercas, y que tiene raíces en In Cold Blood, de Truman Capote. Es una mezcla de biografía con historia y reportaje, en un tono novelístico y con reflexiones sobre los paralelos o contrastes entre la vida del protagonista y la del autor. El delincuente o semi-delincuente es un sujeto favorito del género. Si en El Adversario Carrère retrata a un sicópata, aquí se adentra en la vida (fascinante y repugnante a la vez) de un ruso excéntrico, pero fiel representante de su sociedad y época (o de sus extremos). En el camino, traza la historia reciente de Rusia desde un punto de vista privilegiado.

Limónov, Emmanuel Carrère
Emmanuel Carrère. Wikipedia.

Eduard Limónov es un personaje tornadizo, controvertido y sorprendente. Resumir su vida sería largo, pero lo esencial es que se trata de un fiel producto de la URSS. Nacido durante la Segunda Guerra Mundial, creció pobretón en un pueblo fabril de Ucrania, en una opresiva seguridad que más bien parece apatía social. Marginal y extraño hijo único, desarrolló resentimientos y odios que se transformaron en delirios de grandeza / complejo de inferioridad, y que se desarrollaron como una ambición enfermizamente envidiosa. Para trepar contaba con una personalidad carismática (para otros marginales) y con una memoria prodigiosa.

Criado por una madre cruel y resentida, y por un padre débil y conformista, llega a despreciar la rectitud de éste y a desear ser criminal. Lo es en su adolescencia. Se convence de que, para sobrevivir, hay que estar dispuesto a matar, y a que los demás lo sepan.

Tras salir de la cárcel, trabaja en una librería y comienza a circular sus poemas. Se junta con una mujer mayor, Anna, y con ella vive siete años en Moscú. Cuando comienza a destacar en el underground moscovita, conoce a una modelo muy atractiva, Elena, a la que conquista contra todos los pronósticos y con la que se casa cuando a Anna la internan en un psiquiátrico. Huye, con ella, de la URSS como refugiado y pasa muchos años en Nueva York. Su vida ahí es penosa: no logra reconocimiento, pierde su empleo y Elena lo deja. Sumido en la miseria, el alcohol y las drogas, vive en cuchitriles y tiene encuentros homosexuales en parques y callejones. Por azares del destino, se hace novio de la criada de un multimillonario comunista, quien lo conecta con la intelectualidad rusa. Publicado al fin, se muda a París, donde se casa con una cantante rusa, Natasha, ninfómana y alcohólica.

Nueva York. Times Square, 1970’s. www.hemmings.com

En 1989 se establece en Moscú, donde se vuelve celebridad literaria, icono de la juventud rebelde (como viejo precursor) y funda un partido político, el Nacional Bolchevique, activista contra Yeltsin y Putin. Encarcelado por éste, recorre prisiones por años, hasta que lo sueltan. Regresa a Moscú y reanuda su vida de veterano activista contracultural. Murió en 2020.

El personaje es, en realidad, repelente, pero su vida es interesantísima. Es un hitlercito tibio, un hombre enfermo de autocompasión (con varios intentos de suicidio chantajistas), de recelo, de envidia y de odio. Es despectivo y arrogante, pero también generoso y leal. Sus odios llegan a ser fijaciones: Brodsky, Solzhenitsin, Gorbachev, y en general la gente exitosa. Sus ídolos son Gaddafi, Charlie Manson, Stalin. Odia a Putin porque es exactamente lo que él quería ser: el chico pobre y humillado que se venga de todos y se convierte en el amo.

Moscú, 2 de octubre de 1993, crisis política. Foto. Frederique Lengaigne. www.rbth.com

La narración es fascinante por el retrato underground de la Rusia/Ucrania soviética; de la Nueva York loca de los 1970, el ambiente del “Radical Chic”, los exiliados rusos y los ghettos lumpen; el París subterráneo de los 1980; la guerra de Yugoslavia, a la que va como voluntario con los serbios (otra mancha en su carrera); y luego, el final de la URSS y al caótico nacimiento de la Rusia de los oligarcas, de la inflación, de la carestía, de las mafias, la corrupción y la violencia de Estado. Su paso por tres cárceles y su aventura bucólica-mística-subversiva en la frontera con Kazajstán es surrealista, como todo, en realidad, en su vida.

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