La Novela de la Felicidad: País de Jauja, de Edgardo Rivera Martínez

Plaza de Armas de Jauja, Perú. Wikipedia.
Jauja existe: en el plano físico, está en los Ander peruanos; en el plano simbólico, no es un paraíso, sino una posibilidad menos remota de lo que se sule creer.

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PAÍS DE JAUJA. Edgardo Rivera Martínez. Debolsillo. Lima, 2015 (1993). 566 pp.

No es frecuente que una obra de alta literatura trate sobre la felicidad, y menos en el caso de la literatura del siglo XX. Sin duda, muchas tienen “final feliz”, pero como una recompensa al lector por haber acompañado a los protagonistas durante peligros y sufrimientos. Esta lo hace; como dice la contraportada, “acepta el reto de ser la novela de la felicidad”. Mejor aun, no se trata de una felicidad utópica o perfecta, sino de la posible, la que se puede alcanzar en una vida normal, con las limitaciones y frustraciones inevitables. Es, así, una novela de una gran belleza, con momentos melancólicos, gran sentido del humor y personajes entrañables, empezando por el protagonista central. Incluso, en el trasfondo de la historia hay una remota, pero muy real tragedia. Tiene además la peculiaridad de estar narrada en segunda persona, que la habilidad del autor evita se convierta en cansada o molesta. Se desarrolla en la pequeña ciudad de Jauja, en los Andes peruanos, durante unas vacaciones de verano, del 19 de diciembre de 1946 a marzo del año siguiente.

Laguna de Paca. Jauja, Perú. www.bbc.com

El protagonista es Claudio Alaya Manrique, de quince años, un chico de clase media, huérfano de padre, que vive con su madre, su hermano Abelardo, bastante mayor, y su tía Marisa, soltera. La familia vive sin mucho dinero, pero sin estrecheces; la madre es costurera, Abelardo ha interrumpido sus estudios de leyes y trabaja como bibliotecario, y Marisa, sarcástica y escéptica, es maestra de escuela. Como casi todos los habitantes de Jauja, son mestizos. La música es central en sus vidas: tanto la madre como Claudio tocan el piano, sobre todo Bach, Mozart y Beethoven, pero también se dedican a transcribir la música folklórica de la región. Abelardo es un joven culto que provee a Claudio de libros: a lo largo de la novela el chico va leyendo La Ilíada y una antología de clásicos grecolatinos que va mezclando cómicamente, en su imaginación, con la historia de su familia y su realidad inmediata, lo que forma la espina dorsal de esta bildungsroman o novela de formación. Combina la narración directa con diarios, cartas y los cuentos que Claudio comienza a escribir. En ellos retrata a personajes del pueblo (lo que le reprocha la burlona Marisa). Durante esas vacaciones, Claudio se debate entre sus dos vocaciones, la música y la literatura. Otro personaje importante es su hermana mayor, Laura, que estudia pintura en Lima.

Capilla de Cristo Pobre. Jauja, Perú. Wikipedia.

Claudio tiene tres amigos íntimos, Felipe, Julepe y Tito, con los que vive las aventuras y calenturas típicas de su edad, pero a los cuales esconde sus inquietudes y actividades intelectuales por temor (justificado) de que se burlen de él. El tema principal de la novela es doble: por un lado, una descripción profunda de los distintos habitantes de su entorno, y por otro, íntimamente ligado al primero, el interés del chico por escuchar a esos habitantes, aprender sus historias y transformarlas en literatura. Como todo buen escritor, Claudio posee una curiosidad infinita (“sólo es cosa de abrir los ojos”) y está dispuesto a aprender de todo y de todos.

La trama contiene una gran cantidad de personajes, anécdotas y situaciones. La que lo obsesiona surge de unas viejas tías solteronas, las señoritas de los Heros, antiguamente muy ricas y hoy en la pobreza. La madre le pide que, por compasión, las visite. Va con aprensión, pero pronto queda fascinado por las dos ancianas, que en medio de su demencia le van revelando, fragmentariamente, una vieja, trágica y misteriosa historia de amor y muerte. Cuando pregunta a parientes y vecinos, todos evaden el tema, lo que naturalmente aviva su interés.

La Tunantada. Jauja, Perú. Wikipedia.

De visita en visita, y de aventura en aventura, Claudio se va relacionando con una pléyade de personajes: Fox Caro, vecino de al lado, fabricante de ataúdes, místico profeta pueblerino, adalid del humanismo y la tolerancia; su improbable feligresa Zoraida, una viuda libanesa, cachonda y sabia (tía de Felipe); la tía Rosa, viuda rica y bondadosa, que posee muchas claves de la historia de las señoritas de los Heros (al igual que Fox Caro); Mitrídates, un expósito amigo de Abelardo, socialista que trabaja en la morgue; el peluquero Palomeque, racista y colérico, víctima de las venganzas reales y literarias de Claudio, y que se redime al final por un pequeño acto de heroísmo; el fanático padre Wharton y muchos otros. Al final, desde luego, sabemos algo cercano a la verdad de la antigua historia familiar. La novela da con la clave de la felicidad: el amor en todas sus formas, la amistad, la tolerancia, el interés por el arte y el conocimiento, y la curiosidad por descubrir nuestro mundo. Una obra maestra de la felicidad y la literatura.

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Comentarios del artículo

5 comentarios

  1. Excelente reseña, ofrece con claridad una visión amplia de la novela e invita a leerla. En estos tiempos de tanta violencia este libro puede ser un remanso de paz.

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