CUENTOS ROMANOS. Alberto Moravia. Porrúa. México, 2001 (1954). 346 pp.
Como un Boccaccio moderno, en esta colección de 61 cuentos Moravia retrata la gran cantidad de caracteres, oficios y temperamentos de su lugar y época, con tres diferencias fundamentales: 1) Mientras el florentino ubica sus cuentos en muchos pueblos y ciudades de toda Italia, e incluso de otros países europeos y de la cuenca del Mediterráneo, Moravia se limita a Roma y poblaciones circunvecinas; 2) Moravia se enfoca en las clases medias y bajas; Boccaccio abunda en princesas, reyes, nobles y potentados, además del clero, excluido casi por completo por Moravia; y 3) Mientras Boccaccio retoma y adapta historias anteriores, de otros autores y tradiciones, Moravia incluye cuentos sólo de su autoría total.
Todos los cuentos de este volumen son narrados en primera persona por varones, de los más variados oficios: peluqueros, camioneros, ladrones (muchos), comerciantes, estudiantes, taxistas, dependientes, obreros, campesinos, jardineros, músicos ambulantes, porteros y muchos otros que, en conjunto, conforman un retrato nítido y completo a la vez de la sociedad romana de la posguerra. Un país pobretón, derrotado, deprimido y, no obstante, lleno de empuje y vida agitada. Pululan los vividores, los timadores, los corruptos, pero también los tipos honrados y trabajadores que se esfuerzan todos los días por salir adelante de manera honesta. Las relaciones entre estos hombres y las mujeres con que se encuentran forman parte esencial de los relatos, como en la vida de todo el mundo, e inevitablemente al estar compuestos solamente desde la perspectiva masculina, las mujeres no salen muy bien paradas: aunque, como es natural, algunas de esas mujeres son buenas y sensatas, en general se trata de pícaras, malvadas, caprichosas, celosas, despilfarradoras y coquetas interesadas que destruyen a los hombres con sus berrinches, maltratos, instigaciones, chismes y adulterios. Pero los hombres no suelen ser mejores, con sus excepciones también. Moravia nos hace recorrer casi cada plaza, calle, monumento y barrio de Roma, además de balnearios, sitios de descanso, suburbios industriales y arrabales de la gran ciudad.
Una ciudad ajena por completo a la grandeza, poderío y belleza de la antigua Roma, de la que apenas quedan rastros en forma de ruinas desperdigadas. Aunque los cuentos incluyen una asombrosa diversidad de personajes y situaciones, casi todas son chuscas, sórdidas o ambas cosas. Muchos son claramente humorísticos con tono de picaresca, mientras que otros se acercan al naturalismo tipo Zola, pero en general retratan desde muchos ángulos las dificultades emocionales, laborales y económicas de la vida, en un entorno de desesperanza, corrupción y altos niveles de desconfianza social. Casi todos los narradores son inseguros, depresivos y neuróticos, o bien megalómanos o simplemente delincuentes. Pocas obras retratan con tal suficiencia y variedad la intensa vida cotidiana de una ciudad (impresionantemente parecida a México en su geografía humana y su cultura), con una profundización psicológica tal que podrían estar ocurriendo ahora mismo, aquí afuera, todas a la vez.
4 respuestas
Me gustó la suavidad con que describe los cuentos de Moravia, tanto que ya quiero empezar a leer alguno.
Gracias, Memo
Me dan ganas de leerlo y creo que ese es el chiste de una buena reseña. Felicidades
Tu texto hace que me lance urgentemente a conseguirlo. ¡Gracias y felicidades Guillermo!