THE ORIGINS OF BUSINESS, MONEY, AND MARKETS. Keith Roberts. Columbia U.P. New York, 2011. 358 pp.
Al preguntarse cómo se administraban los negocios en el Imperio Romano, este empresario y abogado se embarcó en una profunda y larga investigación sobre los orígenes de los negocios, el dinero y los mercados. El resultado es fascinante, entre otras cosas por lo poco abordado del tema. Aunque hay numerosas referencias en textos históricos, y aunque abundan los tratados de historia económica anrigua, al parecer nadie había intentado una historia específica de los negocios. El tratado es erudito y divertido, su calidad y rigor avalados por el prologuista, el distinguido historiador William McNeill, y es además una forma muy diferente de recorrer la historia antigua, desde una perspectiva crucial, pero poco analizada.
Roberts no es un fanático economicista, y de hecho su punto de vista es de una izquierda moderada. Insiste en la precondición del Estado como necesaria para la existencia de los mercados y su influencia sobre las modalidades de los mismos, por lo que en cada capítulo esboza la situación histórica, política y social relevante para el tema. Insiste también en que los negocios no deben dominar al Estado, sino desarrollarse bajo su regulación. Define “negocio” como “venta, con lucro, a compradores voluntarios”. Pone el ejemplo de Roma (c. 200-1 a.C.), cuando las sociedades publicanas se apoderaron del Estado y se autodestruyeron.
Comienza con Sumeria en la antigua Mesopotamia. En estos imperios del Medio Oriente había economía, pero no negocios propiamente. El Estado acopiaba y distribuía bienes de manera centralizada. Roberts describe los distintos modos de producción (egipcio, asirio, etc.), intercambio (sin moneda) y consumo, de manera vívida, seria e interesante. La primera aparición de moneda acuñada se da en Lidia, hacia el 700 a.C., y los primeros mercados reales en la Atenas clásica. Sin embargo, los mercados libres son más afines a la democracia, y por tanto la invasión de Alejandro y los subsiguientes reinos helenísticos destruyeron ese modelo frágil y los sustituyeron por una economía oligárquica, centralizante y acaparadora. El contacto helénico con Oriente tuvo un doble impacto: aumentó el consumo suntuario en esos reinos, y llevó alguna forma de negocio, moneda y mercados a esos pueblos orientales.
Después de centra en la parte más larga, desarrollada y detallada, Roma. Destaca dos atributos fundamentales para el verdadero desarrollo empresarial que tuvo Roma: el derecho codificado y el sistema de patronazgo. El primero daba certidumbre y el segundo proveía la red de confianza extra-familiar y extra-tribal indispensable para la colaboración empresarial. Con la Pax Romana (27 a.C. – 192 d.C.) llegó una era de prosperidad generalizada, basada en la esclavitud y las corporaciones publicanas (antecedente de las sociedades anónimas de responsabilidad limitada). Augusto profesionalizó la burocracia y el ejército y envió a éste a las provincias y las fronteras. Con el cristianismo llegó la ética individualista e igualitaria (salvo los esclavos), y la diáspora judía dio nuevo impulso a los negocios y las finanzas. El derecho romano facilitaba los negocios porque era, en general, claro y flexible. Se redujeron los castigos por deudas, facilitando el crédito. La economía, no obstante, siguió siendo esclavista y oligárquica. Este mismo derecho, al convertir la tierra en mercancía (y ya no propiedad tribal) creó el primer mercado inmobiliario, urbano y rural. Las sociedades publicanas fueron las primeras personas morales legales. Con frecuencia, los empresarios (cuyo estatus social era mucho menor al económico) eran extranjeros (metecos) o esclavos libertos, algunos de los cuales llegaron a ser inmensamente ricos, al grado que algunas personas vendían a sus hijos como esclavos, con la esperanza de que, tras un período, se liberaran y prosperaran.
La decadencia de los negocios en Roma, otra etapa fascinante, comenzó hacia el año 165, con la plaga de viruela, ataques germánicos, revueltas y el aislamiento de las minas. Tras una guerra civil, ascendieron al trono los Severos, que combinaron sus reducidos ingresos con un absurdo gasto militar (para tener contento y en paz al ejército), que derivó en una severa devaluación. Con la pérdida de valor de la moneda, se regresó al trueque, y la desaparición de la economía de mercado perturbó o acabó con las cadenas de suministro militar. Esto provocó una gran debilidad en las fronteras y dejó aisladas a las tropas, que recurrieron a una economía de despojo y apropiación de tierras, origen remoto del feudalismo. Con el pillaje militar y el descontrol del Estado, llegó la desurbanización, el abandono de granjas comerciales y el bandolerismo. En cincuenta años (235-285) hubo 25 emperadores. El ataque sasánida del año 260 debilitó aun más a Roma. A finales del siglo III, hubo una recuperación, pero ya sin economía de mercado. En Europa occidental, la concentración de riqueza dio origen al proto-feudalismo (ss. V-VI), con latifundios, burocracia imperial gigante y corrupta, y la Iglesia voraz, que absorbieron el poder de compra, reduciendo la demanda.
El libro es por demás interesante y bien escrito, lleno de anécdotas iluminadoras y sorpredentes, personajes poco conocidos pero muy relevantes (banqueros, navieros, empresarios) y descripciones detalladas de cada negocio (minas, textiles, alfarerías, panaderías, transporte, bancos). Una visión distinta de la historia antigua, y crucial para su comprensión.
6 respuestas
Gran artículo, un tema poco abordado y muy interesante!
Muy muy interesante el desarrollo de los negocios en la antigua Roma y cobra mucha importancia lo que Marcó Polo trajo del oriente aEuropa. Todo se basaba en el trueque que aún se realiza hoy en día en el Golfo Pérsico con Irán
Graxias por esta interesante recomendación que retoma las necesidades primarias y las ambiciones de las personas y los estados.
Me encantó, como siempre.
Fascinante este viaje al pasado para descubrir los orígenes de lo que hoy es tan sencillo como comprar y pagar con un dedo. Gracias por la recomendación.
Ya se me antojó leerlo.
Muy buena la recomendación.
La concentración de ka riqueza provoca corrupción… desde que la iglesia y el estado (en este caso lo mismo) se hacen cargo de la economía.
Como siempre ¡gracias!