DOOMSDAY BOOK. Connie Willis. Bantam. New York, 1994 (1992). 578 pp.
En el año 2054, la Universidad de Oxford ofrece la posibilidad de viajes en el tiempo, sólo para académicos, fundamentalmente historiadores que deben hacer trabajo de campo, y bajo estrictos protocolos de autorización y seguridad. Pero esta Navidad el director de Estudios Medievales está de vacaciones, y su sustituto Gilchrist, un hombre terco e irresponsable, ha autorizado que Kivrin, una muy joven estudiante, viaje a 1320 para realizar estudios sobre una aldea cuyos restos están siendo analizados por la arqueóloga Lupe Montoya. El día de la operación, el técnico a cargo, Badri, cae gravemente enfermo de un misterioso virus que pronto se convierte en epidemia. Dunworthy, el tutor de Kivrin, tiene serias dudas sobre el éxito del viaje y cae en una profunda angustia sobre el destino de su pupila. La Dra. Ahrens, quien preparó a Kivrin para el peligroso viaje, debe hacerse cargo de la emergencia médica, y todos olvidan a Kivrin menos Dunworthy, quien desesperadamente busca un técnico que pueda averiguar qué ha sido de ella. En todo esto le ayuda Colin, un simpático adolescente sobrino de la Dra. Ahrens.
Mientras tanto, Kivrin aparece en un paraje desolado de lo que parecen ser las inmediaciones de Oxford, pero no está segura de en qué año se encuentra. Además, está muy enferma y débil. Es rescatada por alguien que la lleva a un villorrio, donde la cuida una familia compuesta por una joven mujer, sus dos hijitas y su suegra (que tiene malos presentimientos acerca de Kivrin y su origen).
El relato se desarrolla en contrapunto, alternando capítulos sobre la terrible epidemia de 2054 con los acontecimientos del siglo XIV: la recuperación de Kivrin, su desesperada búsqueda del lugar donde debe esperar la operación de su regreso, y la llegada devastadora de la Peste Negra, en un crescendo dramático y frenético que la enfrenta con una civilización extraña en uno de los peores momentos de crisis de la historia occidental, la pandemia de peste bubónica que mató a un tercio de la población europea. Rota la posibilidad de acudir a la cita que la llevará de regreso a su momento, Kivrin se enfrenta en solitario a la arrasadora peste, a la superstición, a la desconfianza, a la dificultad de comunicarse con gente tan diferente que habla un idioma desconocido, y a la propia y misteriosa crisis de la familia que la ha alojado. Las mujeres de la casa esperan ansiosamente el regreso del esposo e hijo, alejado por razones oscuras del pueblito al que ha enviado a su familia para protegerla de amenazas desconocidas. La situación provoca una tensión creciente entre suegra y nuera, agravada por las idas y venidas de un escudero enamorado de Erewyn (la joven mujer) y por la llegada intempestiva de un séquito de personas, encabezadas por el prometido de Rosemunde (la primera hija), un hombre mucho mayor que ella. Kivrin termina siendo una especie de nana de la hija menor, Agnes, una criatura traviesa y obstinada, pero angelical, a cuyo cariño mutuo se aferran ambas. Cada vez más, Kivrin tendrá que hacerse cargo de toda la situación, con ayuda del santo párroco del lugar, un hombre ignorante pero absoluto en su compromiso con Dios y con su comunidad. La situación degenera en una tragedia mayúscula, mientras en Oxford Dunworthy cae enfermo y la epidemia corre su curso.
Mucho más importante que la “ciencia ficción” del libro es la reconstrucción impresionante de un rincón de Inglaterra en la Edad Media, el desarrollo y crecimiento de todos los personajes enfrentados al caos, la tragedia y el dolor inevitables, la inteligente construcción de la trama y el comportamiento de cada quien ante los terribles dilemas que se les presentan. Una muy buena y original novela.
