Sombras, nada más… La Sombra del Caudillo, de Martín Luis Guzmán.

Fotograma de la película homónima (1960), de Julio Bracho. www.moma.org
Como ocurre tras toda revolución, el régimen surgido de la mexicana nació de una lucha sorda de traiciones y malentendidos que, luego de un período de incubación, emergían del fondo con ruido y furia.

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LA SOMBRA DEL CAUDILLO. Martín Luis Guzmán. En Obras Completas II. FCE-INEHRM. México, 2010 (1929). 196 pp.

En esta, una de las grandes novelas de la literatura mexicana, Guzmán mezcla dos rebeliones contra el grupo de sonorenses, encabezado por Obregón y Calles, que resultó triunfador en la Revolución Mexicana. Ambas, la de Adolfo de la Huerta (1923-24) y la de Francisco Serrano (1927), fueron dirigidas por miembros destacados del mismo grupo, en contra del acaparamiento del poder que llevaban a cabo los dos jefes. Ambos rebeldes, en la novela, se ven fusionados en el general Ignacio Aguirre, ministro de Guerra en 1923, durante el gobierno de Obregón. Todo el mundo sabe que el Caudillo (Obregón) pretende dejar de la presidencia a Hilario Jiménez (Calles), ministro de Gobernación, pero hay un grupo de inconformes que pretende impulsar a Aguirre como candidato, si es necesario llegando hasta la insurrección armada. El problema es que Aguirre no quiere ser candidato, por lo menos no sin el aval del Caudillo, del cual ha sido “sombra”, colaborador y pupilo leal a muerte, durante muchos años de lucha armada y en la política. Aquí está la clave de la novela: es una actualización de la tragedia griega; de hecho, como en ésta, podría decirse que el personaje principal es el Destino. De la misma manera, al igual que en las tragedias clásicas, el público ya conoce el desenlace; lo importante es el desarrollo de la trama y la descripción de los personajes, lo que Guzmán logra con sobrada solvencia. La estructura también es teatral, con varios actos y una especie de coro, encarnado en el diputado Axkaná González, íntimo amigo y conciencia de Aguirre.

Martín Luis Guzmán (1887-1976). www.imer.mx

Un prólogo nos presenta a Aguirre y Akxaná, el militar y el civil, el político de acción y el de palabras, discutiendo la posible candidatura del primero. Tras su conversación, Aguirre se dirige a una cita con la joven Rosario, a la que ha hecho su amante. Poco después es introducido Remigio Tarabana, operador de los negocios sucios de Aguirre. Ya tenemos un primer retrato: el protagonista no es ningún héroe (no los hay en su mundo), sino un político frívolo y venal, pero no traidor ni codicioso de poder.

El primer acto consiste en una comida en Chapultepec, en la que los partidarios de Aguirre, encabezados por Emilio Olivier, jefe del Partido Radical Progresista, tratan de convencerlo, sin éxito. Meses después, Aguirre busca un pacto con Jiménez, pero no logran un acuerdo. Sus partidarios insisten y parecen llegar a un pacto que se sellará en una convención del PRP en Toluca, organizada por el gobernador Catarino Ibarra.  Este personaje crucial muestra otra faceta de los triunfadores de la revolución. Antiguo lechero convertido en cacique, encarna el oportunismo hipócrita de la nueva generación: “su virtud cívica suprema consistía en saber traducirlo todo en su provecho”. Enriquecido ostentosamente, Ibarra se muestra como ejemplo de la prosperidad que en un futuro alcanzará todo el pueblo. La convención del partido resulta un desastre porque Jiménez se desdice a última hora; la comida de “celebración” degenera en una borrachera que termina a balazos.

Huitzilac, Morelos. www.morelos.gob.mx

A las pocas semanas, Axkaná es secuestrado y torturado. Aguirre renuncia en protesta y se desata una guerra en el Congreso y en la prensa. Guzmán destaca el papel pernicioso de los periódicos: “espejo de los hechos antes de los hechos mismos”. Los periódicos no toman partido clara y valerosamente; se limitan a azuzar a los contendientes, que terminan no actuando por voluntad propia, sino como títeres de la “opinión pública”. Un complot para asesinar a Emilio Olivier en la Cámara de Diputados fracasa, pero no sin una cuota de muertos.

Ya no hay vuelta atrás: a pesar de sus constantes negativas, Aguirre debe levantarse en armas. Demasiado tarde se da cuenta de que jamás fue protagonista de su propio destino, sino apenas un instrumento de ambiciones ajenas, un prisionero de la historia. Una de las cumbres de la novela mexicana.

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Comentarios del artículo

2 comentarios

  1. La sombra del Caudillo es sin duda una de las novelas más leídas sobre la revolución mexicana
    Martín Luis Guzmán un buen escritor que logra plasmar la realidad que se vivió en los tiempos de Calles y Obregón
    Mi padre fue un buen amigo del General Calles y a través de el he conocido muchas vivencias pues mis padres mantuvieron su amistad con la familia del General Calles por muchos años

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