TITUS GROAN. Mervyn Peake. En The Gormenghast Trilogy. Vintage. London, 1999 (1946). 367 pp.
Durante muchos años tuve este libro en su estante, esperando el momento adecuado para abrirlo. Es, sin duda, una obra maestra y uno de los libros más originales que se hayan escrito. El mundo de fantasía que crea es perfecto hasta el mínimo detalle, coherente consigo mismo. Una cosa notable es que esta fantasía no recurre nunca a lo sobrenatural, sino que se basa en una extravagancia extrema, convincente y colorida que permite resaltar rasgos esenciales de la condición humana, con un humor a la vez agudo y refinado.
La trama es compleja y se apoya en tres pilares: los personajes (una docena de protagonistas), los episodios cómicamente macabros y las descripciones alucinantes del castillo y el paisaje abrupto que lo rodea. Su tema principal es el Cambio, tanto en las relaciones de poder en un microcosmos arcaico y rigidizado, como en la vida y los sentimientos de sus miembros.
Por muchos siglos, los señores de Groan han vivido en el castillo de Gormenghast, vetusta fortaleza sombría, aislada de cualquier otro mundo. Al otro lado de sus murallas está el pueblo de los Escultores, talladores de madera que viven en miserables chozas de barro. Con ellos, con el festival anual del tallado de madera, comienza el acercamiento a Gormenghast. Es el único día del año en que los escultores pueden entrar al castillo. Luego, Peake nos introduce en él por el último piso de una de las alas (el castillo es un complejo de alas y edificios separados, con innumerables torres, patios, jardines y dependencias). En ese último piso está Rottcodd, el el ermitaño cuidador de los grabados en madera.
A partir de ahí, vamos conociendo a los demás protagonistas. El obeso, malvado y pervertido Swelter, el chef. Su maltratado pinche Steerpike, el verdadero “héroe” (antihéroe en realidad) de la novela, astuto y escurridizo trepador social. Mr. Flay, el criado personal de Lord Sepulchrave, un viejo silente y sibilino, lleno de lealtad a Gormenghast, así como de viejos recelos e inquietudes. Gertrud, la lady obesa, blanca indiferente a todo salvo a sus aves y gatos blancos. Nannie Slagg, la vieja y simple (y quejumbrosa) nana de los Groan. Lord Sepulchrave, el intelectual y opaco señor del castillo. Sourdust, el canciller de rituales, figura clave en la absurdamente ceremoniosa y rutinaria vida del castillo. Fuchsia, la única hija de los Groan, una joven solitaria, poco agraciada, inteligente y sensible, y fúnebremente soñadora. Las hermanas gemelas del lord, criaturas estúpidas y rencorosas, que sólo quieren “tener poder”. Dr. Prunesquallor, el taimado e inteligente, pero sensato y bondadoso, doctor de la familia, y su hermana Irma, solterona virgen, dominante e histérica. Del lado de los Escultores está la infortunada Keda, una joven abandonada y perseguida cuyo destino le da a la novela una dimensión más densa y perturbadora, más humanista y profunda, y menos caricaturesca. Peake, alegóricamente, contrasta la difícil vida del pueblo con la lasitud, el ocio y vacuidad de la nobleza.
Con intermitentes saltos en el tiempo, Peake describe la manera en que Steerpike se introduce como un elemento extraño y subversivo en el sistema. Steerpike es brillante y simpático, pero a sus diecisiete años es casi un sicópata, cuyas estratagemas heladas son escalofriantes a la vez que sorprendentemente astutas.
El ambiente de la novela está determinado por el nacimiento de Titus, el ansiado heredero que llega tras quince años de esterilidad. Todos sienten que hay vientos de cambio. Fuchsia, la hermana, al principio repudia y después protege a Titus, abandonado por sus padres al cuidado de Nannie Slagg. El mágico y bellamente grotesco encuentro entre Fuchsia y Steerpike determina el curso del relato, así como la enemistad entre Flay y Swelter.
Con una observación microscópica, que permite a la historia obtener toda su realidad tridimensional, Peake hilvana los acontecimientos centrales. El nacimiento, el bautizo (escena fársica que desata la enemistad entre Flay y Swelter), la reclusión y escape de Steerpike, que pasa la noche en los tejados hasta encontrarse con Fuchsia en el ático secreto de ésta… La forma en que Steerpike se hace criado de los Prunesquallor, puesto que usa para ir haciéndose del control de Gormenghast en complicidad con las obtusas gemelas, que viven junto a la Sala de las Raíces y toman el té sobre un tronco de árbol tendido sobre el vacío. El incendio de la biblioteca y el rescate de la familia. La tragedia de Keda, que se extiende como contrapunto. La locura, el exilio, la muerte. En particular, el capítulo “Sangre a la medianoche” es una pieza impresionista y veloz, magnífica y delirante. La vida vagabunda de Flay y, por último, la ceremonia de coronación de Titus, en la que ocurre una escena inesperada, simbolista y cuasi-religiosa. Queda abierta la puerta a la segunda parte.
La novela alterna una increíble prosa poética con unos pocos versos absurdos y surrealistas. La poesía encarna en párrafos como: “Al morir, la estación gélida había dejado de llorar, y surgiendo de su pira de hojas multicolor, había gritado con una voz sin el menor rastro de lágrimas”. Poco a poco, la poesía melancólica va desplazando a la sátira gótica. Una maravilla.
2 respuestas
Muchas gracias, Guillermo. Fascinante reseña. Agrego el título a mi cada vez más extensa lista de próximas lecturas.
Con tan buena reseña, lo leo en breve. Gracias primo.