LOS DIOSES TIENEN SED. Anatole France. Altaya. Biblioteca de Premios Nobel # 23. Barcelona, 1995 (1912). 213 pp.
Esta novela transcurre entre 1793 y 1794, en plena época del Terror durante la Revolución Francesa. Así como en The Secret Agent Joseph Conrad trata de entrar en la mente de los anarquistas para examinar sus psiques y sus motivaciones, aquí France expone desde adentro el proceso de fanatización de un individuo y las tortuosas maneras de racionalizarlo para justificar las atrocidades y la carnicería cometidas en nombre de la “libertad, igualdad y fraternidad” de la violenta venganza social que, en muchos sentidos, parió la modernidad decimonónica.
El sujeto en cuestión es Evariste Gamelin, pintor mediocre y fracasado que vive con su rústica madre en una buhardilla de la Place Dauphine, en la Ile St. Louis. Su hermana ha huido con un aristócrata, por lo que Evariste la repudia. Junto a ellos, en otro desván, vive Brotteaux, un anciano ex aristócrata, ex recaudador de impuestos y banquero (y un personaje inolvidable), que es el mejor amigo de los Gamelin. Brotteaux ha aceptado su destino con buena cara y sin perder, en medio de su pobreza, su espíritu alegre de bon vivant. Sobrevive fabricando títeres. Gamelin está enamorado de la liviana Elodie Blaise, la cual lo corresponde y de hecho seduce a pesar de la oposición de su padre, quien aborrece a Evariste. Un día, desesperados por la pobreza, los Gamelin reciben la visita de Madame Rochemaure, elegante señora que fue amante de Brotteaux en otro tiempo. Aparentemente compadecida de los Gamelin, la Rochemaure consigue que Evariste sea nombrado jurado del Tribunal Revolucionario, con lo que comienza la sangrienta carrera del pintor, quien envía a cientos de personas a la guillotina. De por sí resentido, inflexible, cruel y fanático, Evariste se contagia del ambiente paranoico provocado por el asedio militar constante de los enemigos de la revolución y las ubicuas conspiraciones monarquistas y federalistas. Marat es asesinado y los revolucionarios, encabezados por el siniestro Robespierre, parecen perder la guerra. Pronto los acontecimientos se salen de control y Evariste se ve forzado a tomar decisiones drásticas entre su lealtad a la causa y sus deudas personales para con seres queridos (o que debrerían ser queridos, pues no parece amar a nadie).
El autor describe in crescendo la veloz caída de su protagonista por el túnel del odio, la venganza, la obcecación y la ceguera moral. Es el retrato perfecto del verdadero creyente descrito en el siglo XX por Eric Hoffer, la carne de cañón de masacres y genocidios. Rodeado de personajes complejos y tridimensionales atrapados en la incertidumbre y la espiral de violencia, Evariste camina derecho en su ruta de perdición en esta novela salvajemente veloz y cruda.
2 respuestas
Excelente cometario, Memo.
Para allá vamos. La violencia verbal de López contra la prensa y su variado elenco de enemigos imaginarios, podría convertirse en violencia física con un empujoncito. Fanáticos, dementes y sanguinarios no faltan en el México que ha formado esta clase política.