La obra literaria más antigua: The Epic of Gilgamesh.

Gilgamesh. Museo del Louvre. Wikipedia.
Esta es la obra literaria completa más antigua que se conoce. Es la raíz escrita de nuestra cultura y una historia fascinante.

Comparte este artículo

THE EPIC OF GILGAMESH. Anónimo. Penguin. London, sin fecha (siglos XIII – X a.C.). Introducción, traducción y notas de N. K. Sandars. 128 pp.

Este poema es quizás el “libro” más antiguo que se conoce hasta ahora. Se calcula que sus primeras versiones datan de finales del III milenio a.C. En él se relatan, de manera directa y un tanto ingenua, las aventuras de Gilgamesh, rey de Uruk, en Mesopotamia. Al principio se relata cómo Gilgamesh llegó a ser rey y cómo se sentía solo, pues le faltaba un amigo a la altura de sus capacidades. Los dioses lo complacen y le dicen que envíe a una prostituta para que seduzca a Enkidu, un hombre salvaje que vive con los animales y se comporta como tal. Es el “Buen Salvaje”, totalmente en estado natural y sin “mancha” civilizatoria. La prostituta lo seduce y entonces los animales lo rechazan. Se ha convertido plenamente en humano. Esta parte es una maravillosa metáfora del proceso civilizatorio por el que pasaron los humanos en algún momento de épocas inmemoriales. Enkidu tiene que aprender a beber leche de un jarro y no directamente de la ubre. Tiene que aprender a llevar ropa, a beber vino y a dormir en una cama. Enkidu lucha con Gilgamesh, demostrándole su fuerza y valentía, con lo que se convierte en el amigo inseparable.

Reconstrucción digital de Uruk, quizá la primera ciudad. www.sumerios.info

Tras eso, Gilgamesh siente la urgencia de dejar su huella en el mundo, otro rasgo humanizante, pues el individuo ya tiene plena conciencia de sí mismo y piensa en el futuro. Así, ambos amigos parten hacia el Bosque, presumiblemente Líbano, de donde los mesopotamios se abastecían de la madera de cedro, tan escasa en su tierra. Para conquistar el Bosque, deben matar al gigante Humbaba, guardián del mismo y encarnación del Mal. Al hacerlo enfuerecen a todos los dioses menos uno, y uno de ellos debe morir. Así es como Enkidu enferma y tras una larga agonía muere. Este hecho resulta devastador para Gilgamesh, pues (y esto es otro paso en la humanización) Gilgamesh cobra por primera vez conciencia de la muerte y de su propio e inevitable destino. Desolado por la muerte de su amigo, Gilgamesh parte en busca de la vida eterna. Va hacia el este, más allá de las montañas, al país del sol, para tratar de cruzar el mar y llegar a la tierra de Dilmun (una especie de Jardín del Edén), donde vive Utnapishtim, el único humano que sobrevivió al Diluvio y por lo tanto los dioses le concedieron la inmortalidad. Gilgamesh llega al “jardín junto al mar”, donde vive una joven viñadora en un hermoso lugar. La joven le dice con toda franqueza que nunca encontrará lo que busca, pues la muerte es inevitable. Es el destino, pero al humano también le ha sido concedida la posibilidad de la felicidad, por lo que la mujer aconseja a Gilgamesh que “llenes tu panza de cosas buenas… festejes y te regocijes. Que uses ropa limpia, te bañes en el agua fresca, acaricies a tu pequeño hijo y abraces y hagas feliz a tu mujer”, pues también ese es el destino del hombre. Gilgamesh no se resigna y convence al barquero de llevarlo a Dilmun. Utnapishtim lo recibe con extrañeza y le dice que logrará la inmortalidad si logra permanecer despierto seis días y siete noches. Por supuesto no lo logra y cuando despierta Utnapishtim le cuenta la historia del Diluvio, sorprendente y sospechosamente similar a la que luego incluirá el Génesis hebreo. Gilgamesh hace un último esfuerzo, arrancando del fondo del mar la “planta que te regresa la juventud”, pero luego, al estarse bañando en un pozo, una serpiente se la roba, muda de piel y huye. Desconsolado, Gilgamesh regresa a Uruk y tiempo después muere.

Es difícil exagerar la importancia histórica y literaria de esta obra, pues en su breve extensión recoge todo aquello que nos hace humanos: la civilización, la gloria, la conciencia de la muerte. Recoge también recuerdos primigenios, el proceso de salir de las planicies y construir ciudades, la busca de aprovisionamiento, las fieras de los bosques. El relato del Diluvio nos confirma el recuerdo de catástrofes cósmicas que en el pasado remoto dejaron una huella imborrable en el ser humano. Imprescindible.

¿Te gustó el artículo?
Déjame un like
Comentarios del artículo

3 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Sobre el Escritor

Otros artículos