El primer pintor moderno vivió una época turbulenta, que reflejó en obras que nos siguen asombrando por su poder expresivo, su simbolismo y su perfección. Fue un artista solitario y un hombre que, tras una fachada tosca, escondía una gran sensiblidad.
Las buenas biografías no son sólo un recuento cronológico de hechos, sino un estudio de los lugares y épocas en que vivió el personaje en cuestión,así como de su obra.
Eduard Limónov fue un personaje extraño, pero representativo de los traumas y consecuencias de la URSS y su paso a la Rusia de Putin.
Esto es lo más cercano a una biografía de Shakespeare que se puede hacer: a falta de información sobre su vida privada, Greenblatt hace una reconstrucción de su época y ambiente, y trata de encontrar claves en su obra.
Volvieron esos tiempos, en los que la verdad es, no relativa, sino arbitraria. Ya habíamos estado ahí, y conviene entender el fenómeno.
