Exclusivo en línea: Una novela de Olga Tokarczuk

Olga Tokarczuk ha recibido el Premio Nobel de Literatura 2018, otorgado en 2019. Esta es una reseña de Sobre los huesos de los muertos, publicada hace diez años.

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Este artículo se publicó originalmente en EstePais.com el 14 de octubre de 2019. En este link se puede consultar la entrada: Primera publicación.


Un mérito de las decisiones sobre los dos premios Nobel recientemente anunciados, Olga Tokarczuk (2018) y Peter Handke (2019), es que llaman la atención sobre las literaturas de Europa central y oriental, que se cuentan entre las más interesantes de los últimos años. Concretamente, tras la disolución del bloque soviético, hubo en esos países una explosión de creatividad, largamente reprimida por los partidos comunistas y por lo tanto insospechada para otros públicos. 

La novela Sobre los huesos de los muertos (2009), de Olga Tokarczuk, es un buen ejemplo de los enfoques novedosos adoptados en esta región para abordar problemas comunes a la humanidad. Aporta, además, el placer de atisbar una región apartada, semisalvaje, en la meseta adyacente al Valle de Klodzko, en la frontera entre Polonia y la República Checa. La modernidad está lejos de este páramo, en el que la naturaleza es vista como un enorme coto de caza y recolección, como proveedora de bienes y entretenimiento, y no como un santuario necesitado de protección, que es como crecientemente se la concibe, sobre todo a partir de este 2019, año de la mundialización de la conciencia sobre el cambio climático.

En la zona hay, pues, cazadores, leñadores y un Club de Recolectores de Hongos que juega un papel importante en la trama. Hay también unas cuantas casas de campo, que quedan vacías entre octubre y abril, por la crudeza y longitud de los inviernos. En ese caserío vive la narradora, Janina (nombre que odia) Duszjeko, una mujer mayor, ingeniera de caminos y maestra jubilada. En el invierno sólo quedan ahí dos vecinos, Oddball y Bigfoot (en la traducción al inglés) y ella, quien gana algún dinero cuidando las casas de los demás residentes estacionales. La Sra. Duszejko es experta en astrología, admiradora de William Blake (al que traduce en compañía de un ex alumno que la visita semanalmente) y férrea defensora de los animales. Recientemente se han perdido sus dos perras, a las que todavía cree escuchar a veces.

La novela comienza con la noticia de la muerte de Bigfoot, un ermitaño hosco con el que la Duszejko, tenía pésima relación, sobre todo por los hábitos de cacería del hombre. Junto con Oddball, el otro vecino, con el que tiene una relación de tibia amistad, la Duszejko examina y acomoda los restos del muerto, asfixiado con el hueso de un venado que acababa de matar y se estaba comiendo. Junto a la casa, están unos venados observando la escena. A la Sra. Duszejko le gustaría pensar que los animales comienzan a vengarse de la crueldad de los humanos. 

En los meses siguientes, otras muertes violentas, cada vez más misteriosas, se van sucediendo hasta formar un patrón. Dado que la segunda de ellas involucra a un policía corrupto, las autoridades tratan de “resolver” y archivar pronto los casos, sin ahondar en las múltiples pistas aportadas por los vecinos, desde luego no en las de la Sra. Duszejk, quien reúne evidencias de la venganza animal y además demuestra, con las cartas astrales de los fallecidos, que desde su nacimiento estaban condenados a morir por el ataque de algún animal. La Sra. Duszejko es una insistente corresponsal (no correspondida) de la policía local, y es consciente de que, para mucha gente, es una vieja loca. 

Conforme ocurren las enigmáticas muertes, vamos descubriendo, tanto la vida de la meseta, el valle y los pequeñísimos pueblos que contienen, con su microcosmos social, como la vida interior de la Sra. Duszejko, de una profunda soledad por su propia elección, una vida centrada en lo cotidiano, en la naturaleza y en las pequeñas actividades que realiza, como su visita semanal al pueblo, cuando hay buen clima, para dar una clase de inglés a los chicos de la escuela, visitas que aprovecha para adquirir provisiones y despachar algunas diligencias. Sobre todo en el largo inverno, su vida transcurre en casi total soledad, aprovechando las escasas horas de luz para hacer cartas astrales y leer a Blake, y vagando por su casa y su mente en las solitarias tardes y noches. Como ruido de fondo tiene siempre la televisión prendida, pero solo en el canal del clima. 

La novela es mucho más que un thriller: con un humor suavemente irónico, desarrolla una serie de reflexiones sobre la propia escritura, la soledad, la precaria supervivencia de lo rural en el mundo hiperconectado, la relación del humano moderno con la naturaleza, la conducta animal (incluyendo la de los humanos), y de manera destacada las preocupaciones actuales por el medio ambiente, la angustia que su deterioro genera en muchas personas, y los dilemas del ecologismo.

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