THEY WERE COUNTED. THE TRANSYLVANIAN TRILOGY, VOL. I. Miklós Bánffy. Everyman´s Library. New York, 2013 (1934). Traducción de P. Thursfield y Katalin Bánffy-Jelen. 624 pp.
El tema central de esta trilogía es cómo mueren los pueblos: por la corrupción, la frivolidad de las élites, la indiferencia y falta de solidaridad, la ambición desmedida, la falta de interés por el resto del mundo, y las convenciones sociales excluyentes y rígidas.
La trilogía es el gran legado literario de un mundo desaparecido para siempre, el de los húngaros de Transilvania. De por sí multiétnica y multicultural, Transilvania fue dominada durante muchos siglos por Hungría, nación de la cual formó parte hasta 1918, cuando se le entregó a Rumania. Nación dentro de otra nación, en esta trilogía se revelan las triples tensiones de los húngaros-transilvanos: con los odiados austríacos que dominan el imperio, con los húngaros de lo que todavía hoy es Hungría, y con los rumanos, resentidos con razón. Son oprimidos y opresores a la vez; un pueblo que se tiene que cuidar en tres frentes. Son, además, una sociedad en decadencia. Las novelas fluctúan entre la historia política y la vida íntima, en los diez años anteriores a la Primera Guerra Mundial, que fue el fin del mundo para ellos. Estilísticamente, Bánffy ignora las vanguardias del siglo XX: es un fresco histórico a la manera de Guerra y Paz, con apenas unos atisbos proustianos.
La novela se centra en las vidas de dos primos-amigos, Balint Abady (alter ego de Bánffy) y Lászlo Gyeroffy. Los dos son outsiders, uno por disposición emocional y el otro por su condición de huérfano, eternamente arrimado a parientes más ricos y felices. Los dos pertenecen a la alta nobleza. La trama se desarrolla, en esta primera entrega, entre 1904 y 1906, sobre todo en los alrededores de Kolozsvár (Cluj-Napoca, Transilvania) y en Budapest.
La novela empieza con el regreso de Balint a su castillo de Denestornya (Bánffy), donde vive su madre viuda, después de una carrera breve como diplomático. Tiene 28 años. El primer capítulo nos lo muestra en un carruaje alquilado, en el que se dirige al castillo Siklod, a la fiesta de los Laczok. En el camino, lo rebasan otros muchos carruajes, en los que van sus parientes y conocidos. Al irlos reconociendo, va recordando su infancia y adolescencia, presentándonos así al resto de los protagonistas. La aristocracia transilvana es provinciana, ajena al mundo exterior, conformista y satisfecha. En la suntuosa fiesta, Balint se reencuentra con Adrienne (Addy), su amada de otra época, infelizmente casada con Pali Uzdy, un hombre desequilibrado. Inmediatamente, Balint se desilusiona de su gente: borrachos frívolos, decadentes, miopes. Una visita posterior a los Miloth, la familia de Addy, provoca un desencuentro con ella, y ahí conoce a Egon Wickwitz, un aventurero austríaco que pretende (por su dinero) a Judith Miloth, hermana menor de Addy.
Balint es electo como diputado (fraudulentamente, sin que él lo sepa), gracias a las maquinaciones del corrupto administrador de sus tierras, que por años ha estafado a su madre. A lo largo de la novela, Balint trata de ser un representante honrado y esforzado de sus votantes, pero se verá siempre frustrado por la profunda corrupción, negligencia y divisiones políticas de su sociedad.
De manera intercalada se va desarrollando la historia de Lászlo. Es un joven muy dañado emocionalmente, cargado de un sentimiento de inferioridad apenas justificado, que estudia música en Budapest con muchos aprietos económicos.
La segunda gran escena es una temporada de caza en Simonvasar, el castillo rural de la familia Kollonich, entre la cual se ha criado Lászlo al ser la señora hermana de su difunto padre (la madre huyó con otro hombre tras el nacimiento de Lászlo, otra marca de infamia). Hay dos acontecimientos centrales en este capítulo: el enamoramiento de Lászlo y Klara Kollonich (prometida a un príncipe vienés) y el descubrimiento que hace Balint de las intrigas en Viena para reducir la autonomía húngara en el imperio. En adelante, se debatirá amargamente entre la aversión al dominio austríaco y la conciencia de la mezquindad de los independentistas húngaros.
El capítulo III se centra en la turbulenta situación política en Budapest, con Balint incapaz de tomar partido. Un nuevo encuentro con Addy, de la que cada día está más enamorado, más la política, lo sumen en la depresión, por lo que decide irse a inspeccionar sus bosques de Beles. Esta sección abre una nueva perspectiva, al ahondar en la situación de los oprimidos campesinos rumanos y sus opresores, también rumanos. La descripción de los bosques helados y sus habitantes es simplemente mágica, un reducto de la Edad Media. Durante el baile de Mardi Gras, de regreso en Kolozsvár, Balint descubre que Addy le tiene horror al sexo, pero inician un romance platónico y clandestino.
El capítulo IV se centra en la decepción amorosa de Lászlo y su descenso al infierno del alcohol y el juego, a los cuales se vuelve adicto, echando a perder su romance (de por sí cuesta arriba) con Klara. Favorito de los jugadores del casino de Budapest, Lászlo es nombrado organizador oficial de los bailes de la alta sociedad, hasta que sus adicciones comienzan a destruirlo. Al mismo tiempo, comienza un romance con la bellísima y cultísima condesa Fanny Beredy, quien intentará salvarlo del abismo.
El capítulo V hace el retrato del fabuloso castillo de Denestronya, desde donde Balint visita Almasko, el castillo de Pali Uzdy y Addy. Es un lugar infernal, donde Addy vive presa de su marido y suegra, ambos dementes. Mientras tanto, la situación en sus bosques de Beles va degenerando en violencia.
Finalmente, en el capítulo VI se desata el trágico affaire entre Wickwitz y Judith Miloth, así como la desgracia y ruina de Lászlo en Budapest. Las hermanas Miloth se van a pasar un mes a Venecia, donde Balint llega para pasar una “luna de miel” clandestina con Addy, que termina en tragedia.
Esto es apenas el apretado resumen de una novela polifacética, con distintos tonos y ritmos, decenas de personajes importantes y gran diversidad de escenarios. Es, sin la menor duda, una obra maestra. Logra combinar el análisis histórico y social; la introspección profunda; el lirismo bucólico desencantado; el erotismo audaz y explícito; la nostalgia por un mundo desaparecido, con todas sus grandezas y miserias; el esplendor excesivo y suntuoso de una aristocracia al borde del abismo; y la psicología de la adicción, del amor sin esperanza, del fanatismo político, de la sensación de alienación y de la soledad en medio de multitudes. Las descripciones de ambientes, desde el casino de Budapest hasta las montañas solitarias, son de una belleza abrumadora. Y faltan, afortunadamente, dos volúmenes más.
2 respuestas
Como siempre, excelente reseña. Es un alivio tener gente que es ávida lectora, como tú, para informarnos de libros de los que ni siquiera hemos oído hablar
Otra causa de la muerte de los pueblos: la desigualdad económica o de acceso (a recursos, servicios, justicia).