¿Eres apolíneo o dionisíaco? El Nacimiento de la Tragedia, de Friedrich Nietzsche.

Con su primer libro, publicado a los 27 años, Nietzsche dejó la filología clásica por la filosofía, que ejercería "con un martillo".

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EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA. Friedrich Nietzsche. Alianza Editorial. Madrid, 2014 (1872). Introducción, traducción y notas de Andrés Sánchez Pascual. 332 pp.

El primer libro de Nietzsche, publicado cuando tenía 27 años, provocó un escándalo en el mundillo de los filólogos clásicos, por su arrogancia, iconoclastia y heterodoxia. Acusado de cometer errores (en detalles nimios), Nietzsche, nombrado profesor de filología clásica en la U. de Basilea a los 24 años, decidió poco después abandonar esa carrera y dedicarse a la filosofía. Porque lo que había escrito era una obra filosófica, no una tesis de filología.

El Teatro de Dionisio, al pie de la Acrópolis de Atenas. Jorge Láscar, Flickr

La tesis principal es que, en un pueblo, el pesimismo es señal de fortaleza (y por eso triunfa la tragedia), mientras que la preferencia por la comedia y el drama burgués es señal de debilidad. Así, la famosa “jovialidad griega”, el socratismo, el epicureísmo y el estoicismo posteriores, fueron manifestaciones de la decadencia y debilidad de la Grecia ática. Ahora bien, si la tragedia triunfa en el momento de mayor gloria y salud, ¿existen “neurosis de la salud”?

Nietzsche se propone “ver la ciencia con la óptica del artista, y el arte, con la de la vida”. La existencia del mundo sólo está justificada como fenómeno estético. Grecia alcanza la cima de su poder y creatividad con el “drama musical griego” (la tragedia), una fusión de todas las artes, de raíz popular, no elitista, más parecida a la Gran Ópera que al drama clásico francés. En la tragedia, el énfasis está en el padecer (pathos), no en la acción (drama). De hecho, los argumentos eran conocidos por el público, no había sorpresas ni intriga. La agonía de la tragedia comenzó con Eurípides, precursor de la “comedia nueva ática”, forma degenerada. Con Eurípides, el pueblo sube al escenario por primera vez, al poblar sus obras con personajes de la vida diaria, sustituyendo los viejos mitos con la intriga doméstica, “ajedrez dramático con golpes de astucia”. El sustento filosófico del nuevo drama estaba en la filosofía de Sócrates: “Eurípides es el poeta del racionalismo socrático”, “el socratismo desprecia el instinto y, con ello, el arte”. Para Nietzsche, el arte y la ciencia se excluyen, porque la ciencia es fea (lo cual, digo yo, es falso).

Apolo. Flickr.

Además de trazar la evolución del drama griego, la otra gran aportación de esta obra es la definición de las dos grandes visiones griegas del mundo: la apolínea y la dionisíaca. Apolo y Dionisio sólo se funden en el florecimiento de la Voluntad. Tienen raíces geográficas distintas: el Apolo griego modera y sublima al Dionisio asiático. Con la irrupción del culto dionisíaco en la cultura apolínea ocurre el nacimiento del pensamiento trágico. Éste funde lo sublime (sometimiento artístico de lo espantoso) con lo ridículo (descarga artística de la náusea de lo absurdo). La palabra es raíz de la imagen literaria, que se expresa en la epopeya y en las artes plásticas; también del sentimiento, que se expresa en la lírica y en la música. En el arte dionisíaco, la tragedia, ambras expresiones se fusionan.

Dionisio. Flickr.

En cuanto a sus personajes, los dioses olímpicos son el reflejo idealizado de los griegos, un intermedio entre los humanos y el horror metafísico de la Moira (el Destino). El hombre dionisíaco, como Hamlet, ha alcanzado el conocimiento y siente náuseas de obrar. El Arte salva al ser humano de esta situación mediante lo sublime y lo cómico. En la tragedia, la música es esencial, como el papel del Coro: “un coro dionisíaco que una y otra vez se descarga en un mundo apolíneo de imágenes”. El Coro es, entonces, símbolo de toda la masa agitada por una excitación dionisíaca.

Tristemente, para Nietzsche, la tragedia griega murió trágicamente: por suicidio. El sucesor de Sócrates, Platón, rechaza la tragedia, pero no se puede resistir al Arte e inventa una forma tan poética como ella, pero más abigarrada y ecléctica: el diálogo platónico, prototipo (según Nietzsche) de la novela. “La tragedia antigua fue sacada de sus rieles por el instinto dialéctico orientado al saber y al optimismo de la ciencia”.

«Tannhäuser», de Wagner. Festival de Bayreuth, 1930. Wikimedia Commons.

En el caso alemán, deplora la creación del Reich como abdicación de la Kultur, al mediocrizarse, modernizarse y democratizarse. Alemania ha abjurado del Romanticismo y del “ser alemán”, encarnado en la “música total” de Wagner. Francamente, el libro es un panfleto romántico, anti-modernidad y anti-ciencia. Sin embargo, es fascinante en su originalidad, erudición, agudeza y persuasividad de la mayoría de sus argumentos. Como análisis histórico, cultural y sociológico (además de estético, por supuesto) es insuperable. La creación de los conceptos de lo apolíneo y lo dionisíaco es esclarecedora y ha sido sumamente influyente.

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